Día 3: Jesús también esperó

Reflexión:

No estás solo. Jesús mismo pasó por la sala de espera de Su Padre. Cuando Lázaro enfermó, Jesús se quedó dos días más donde estaba. No por descuido, sino por propósito. Él sabía que esa espera prepararía una revelación mayor de Su poder.

Incluso en Getsemaní, Jesús esperó. Suplicó. Lloró. Sudó sangre. Pero esperó el momento del Padre. Y obedeció, aunque le costara todo.

Eso me conmueve. Nuestro Salvador sabe lo que es esperar. Sabe lo que es confiar cuando no hay señales visibles. Él conoce la angustia, pero también la gloria que viene después.

Cuando sientas que no puedes más, recuerda que Jesús te entiende. Él camina contigo en esa sala. Y si esperas con Él, no te vas a perder nada de lo que el Padre tiene para ti.

Acción del día:

Lee Juan 11 completo y subraya lo que Jesús hizo antes del milagro. Luego ora: “Jesús, ayúdame a confiar como Tú confiaste.”