Devocional Septiembre "Lámpara a mis pies"Muestra

“Entonces él tuvo temor; y Josafat humilló su rostro para consultar a Jehová, e hizo pregonar ayuno a todo Judá. Y se reunieron los de Judá para pedir socorro a Jehová; y también de todas las ciudades de Judá vinieron a pedir ayuda a Jehová” (2 Crónicas 20:3 RVR1960).

La oración es el oxígeno de un cristiano. Es ese ejercicio constante que nos permite sobrevivir, es el canal que tenemos para comunicarnos con Dios y para relacionarnos con su Reino, es en la oración que podemos abrir nuestro corazón, recibir fuerza, dirección y conquistar nuestras necesidades. ¿Cómo está tu vida de oración?

En este pasaje encontramos a un Rey (Josafat), en medio de una situación muy complicada, dado que sus enemigos venían a hacerle guerra y eran mucho más numerosos. Para hacer la historia corta, no había manera humana de sobrevivir. Es muy impactante ver que la actitud de Josafat no fue escapar, o pedir ayuda a otros pueblos (práctica que aún es muy común) para poder enfrentar la guerra, sino que su respuesta inmediata y natural fue humillarse y buscar a Dios en oración.

Creo que a la mayoría de nosotros nos cuesta “humillarnos” en medio de la adversidad, no va muy de acuerdo al mensaje actual del mundo de “tú puedes lograrlo todo”. Por supuesto que no es una humillación delante de los problemas, sino delante del Dios vivo.

También podemos aprender que cuando tengamos grandes adversidades nuestro primer refugio debe ser la oración. Acá estamos hablando de un Rey, una persona que tenía toda una nación a su cargo, y él decidió orar. Hoy en día parece que la oración fuera algo religioso, sin vida y sin poder alguno. Si tienes un problema y alguien te dice “ve a orar” parece como si nos hubieran dicho nada, pero hoy la Palabra te habla muy fuerte para que nunca te despegues de la fuente de vida del creyente; la oración.