En El Principio Era La Palabra (Verbo)Muestra

Rechazo y adopción (Juan 1:10–13)

Aunque no fue recibido por todos, a quienes lo aceptan, les da una nueva identidad.

Jesús vino al mundo que Él mismo creó, pero no fue reconocido. Más aún, vino a los suyos —al pueblo de Israel— y muchos lo rechazaron. El mundo no le conoció: Esto es extraño. Dios vino al mismo mundo que creó, a las criaturas que creó a su imagen, y sin embargo, el mundo no le conoció. Esto muestra cuán profundamente la naturaleza caída del humano rechaza a Dios, y que muchos rechazan (no le recibieron) a la palabra de Dios y la Luz.

Sin embargo, a todos los que lo reciben, les da el derecho de ser hijos de Dios. Este es un punto culminante del prólogo: la gracia no se impone, se ofrece. La adopción espiritual no se basa en herencia, esfuerzo humano ni voluntad carnal, sino en el nuevo nacimiento que proviene de Dios. Esta es una invitación a creer y recibir a Cristo no solo como una figura histórica, sino como el Salvador personal, y entrar así en la familia de Dios. Ser hijo no es título religioso, es una relación transformadora.

La palabra hijos (tekna) es paralela a la escocesa bairns– ‘nacidos.’ Hace énfasis en el origen vital, es usada como una expresión de cariño (Lucas 15:31). Los creyentes son los ‘pequeñitos’ de Dios, emparentados con él por nacimiento (Tenney).

Preguntas de reflexión:

• ¿Has recibido verdaderamente a Cristo o solo lo conoces como una figura religiosa?
• ¿Vives desde tu identidad como hijo/hija de Dios, o desde etiquetas impuestas por otros?
• ¿Cómo puedes fortalecer tu relación con Dios como Padre Amoroso que te ha adoptado?