LA MATERNIDAD: UNA AVENTURA

Cuando comenzamos a sentirnos más ligeras en este recorrido de la maternidad, también comenzamos a disfrutar más… incluso a reírnos más. Tal vez no estás acostumbrada a ver tu llamado como madre como algo alegre y lleno de gozo, pero creo que el corazón de Dios no solo desea que abraces este rol, sino que sonríe cuando te ve disfrutándolo genuinamente.

La Palabra nos dice que los hijos son una recompensa (Salmos 127:3). Y si hablamos de recompensas, ¡qué delicia es disfrutarlas! (sobre todo si son de comida, ¿verdad?). Las recompensas no están para ser ignoradas ni vividas con culpa o presión; están para gozarse. Y así también es la maternidad. A veces, por estar tan enfocadas en lo que viene —lo que hay que planear, prever y resolver—, olvidamos saborear lo que ya está frente a nosotras.

Proverbios 31 describe a la mujer virtuosa como alguien que“se ríe sin temor al futuro” (NTV). ¡Qué imagen tan poderosa! ¿Cuándo fue la última vez que te reíste a carcajadas? ¿O que sentiste tu corazón ligero, sin estar abrumada por todo lo que “deberías” estar haciendo?

Si sientes que han pasado días —o incluso semanas— desde la última vez que te sentiste así, no estás sola. No es señal de fracaso, es señal de que eres humana. Pero hoy quiero invitarte a hacer algo muy intencional: disfruta. Disfruta a tus hijos, tu hogar, los momentos simples y hasta el caos que a veces parece no tener fin. Cada etapa de la maternidad tiene algo hermoso escondido... si nos damos el permiso de encontrarlo.

Una de las características más importantes de una aventura es que casi siempre hay algo de incertidumbre, no conocer los detalles completos es lo que hace una aventura más emocionante. ¿Puedo animarte a ver tu maternidad como una aventura? No sabes los retos que vendrán en las siguientes etapas pero de una cosa si puedes estar segura y es que Dios promete estar contigo para sostenerte y guiarte en cada paso.

ORACIÓN

Señor, gracias por la hermosa recompensa de poder ser madre. Gracias por escogerme a mi como la mamá de mis hijos. Gracias porque hoy entiendo el hermoso llamado y la gran responsabilidad que implica formar a esta generación. Ayúdame a reír más, a gozar y disfrutar a mis hijos. Necesito de tu sabiduría todos los días para poder sembrar en ellos tu amor. Señor, gracias por vivir esta aventura conmigo.