La Maternidad: Un Llamado Y Una Gran AventuraMuestra

¿Alguna vez has escuchado la frase: Se necesita de todo un pueblo para criar a un niño? Muchas de nosotras respondemos: ¡Amén!. Pero la realidad es que, por algún motivo, intentamos hacerlo todo con nuestras propias fuerzas. Como mujeres, tenemos la capacidad de pensar y hacer más de una cosa a la vez, pero eso a veces nos hace caer en la mentira de que tenemos que hacerlo todo solas.

Cuando entendemos que ser madres es un llamado de parte de Dios para nuestras vidas, también debemos aceptar que nuestro objetivo no es la perfección. Dios no busca mamás perfectas, sino mamás dependientes del único que es constante.

Confiar únicamente en nuestras habilidades y conocimientos limita el alcance con el que podemos influenciar y formar a nuestros hijos. Proverbios nos ofrece un consejo lleno de sabiduría:

"Confía en el Señor con todo tu corazón; no dependas de tu propio entendimiento. Busca su voluntad en todo lo que hagas, y él te mostrará cuál camino tomar” (Proverbios 3:5-6 NTV)

Cuanto antes rindamos nuestra voluntad a la de Dios, más disfrutaremos esta aventura. Maternar no se trata de hacerlo todo bien, sino de caminar cada día en dependencia de Aquel que sí sabe, que sí ve todo y que nunca se equivoca.

Entonces, ¿cómo vamos a ser fieles con las vidas que Dios ha puesto en nuestras manos?
Permanece conectada a la Vida, a tu fuente de sabiduría, paz y fuerza.

Y si el caos del día a día comienza a desconectarte, vuelve a Él—las veces que sean necesarias—. Porque no se trata de tu capacidad ni de tu influencia: eres una rama conectada a una vid que produce mucho fruto. Imagina cuánto peso podrías soltar al recordar que la vida de tus hijos no está en tus manos, sino en las de un Padre bueno, amoroso y perfecto. No estás sola. Nunca lo estuviste.

¿En qué áreas de tu maternidad estás intentando hacerlo todo por tu cuenta, y cómo puedes invitar a Dios a tomar el control hoy?

ORACIÓN

Señor, gracias por recordarme que no estoy sola. Hoy reconozco que muchas veces he tratado de ser fuerte por mí misma, de hacerlo todo sin detenerme a buscarte. Perdóname por los momentos en los que me he apoyado en mi propio entendimiento y no en Ti.
Te entrego mi maternidad, mis temores, mis dudas y mis esfuerzos. Quiero permanecer conectada a Ti, mi fuente de vida, sabiduría y amor. Enséñame a confiar plenamente en Tu voluntad y a rendirme cada día a Tu guía. Que mi vida, y la de mis hijos, esté siempre en tus manos. En el nombre de Jesús, amén.