Sanando InternamenteMuestra

No me estanco, avanzo

Esta fase es muy importante, ya que quizás en algún momento mientras recordábamos aquellas cosas del pasado, traumantes, dolorosas o tristes, nuestro corazón se haya sentido de la misma manera que cuando pasábamos por esa situación, quizás hayamos recordado cosas que no queríamos recordar nuevamente y sentimos miles de cosas en nuestro interior. Pero es justo allí, donde entendemos que si esas situaciones nos siguen provocando lo mismo que hace algunos años, que si nos siguen haciendo sentir igual, no las hemos superado.

Cuando estamos limpiando nuestra casa y tomamos la escoba, no escondemos el sucio debajo de la alfombra, porque eso solo sería un engaño superficial; cuando limpiamos, necesitamos sacar toda la basura para que así todo quede realmente limpio. Aunque no lo creamos, así sucede con nosotros, en lugar de liberarnos y dejar ir todo aquello que no nos ayuda, lo retenemos en lo más profundo de nuestro corazón, ya sea por orgullo, ira, falta de conocimiento, miedo, tristeza, entre otros; y todo eso, a la larga, nos daña, no nos deja crecer y avanzar, y por supuesto, crea cosas malas y tristes en nuestros corazones.

La buena noticia es que Dios es experto en sanar heridas, corazones, cicatrices del alma. El Señor nos quiere libres, viviendo una vida en santidad conforme a lo que nos dice en su palabra, solo yendo a su encuentro y exponiendo nuestra alma, seremos saciados, cambiados, transformados y renovados.

Este tercer paso es importante, porque nos permite ver nuestras cicatrices de otra manera, ya no desde el dolor o la ira y el orgullo, sino con esperanza de que podemos sanar y avanzar. Cuando nos encontramos en este punto, es vital no estancarnos nuevamente en ese pasado, sino que esa introspección sea el impulso de seguir avanzando.

En este día hagamos una oración:

Señor, sé que soy débil, pero tu Palabra me dice que diga el débil fuerte soy, que tu poder se perfecciona en mi debilidad. Ayúdame a sanar, a cambiar, a ser libre por tu Espíritu Santo, ayúdame a verme de la manera en la que tú me ves. Que en este caminar de sanidad, no tenga miedo de recordar, porque lo hago ahora para soltar y avanzar. En el nombre de Jesús, amén.