Sanando InternamenteMuestra

Entregarle todo a Dios

Solo en Dios mi alma y mi corazón encuentran el descanso y la paz que necesito.

El día anterior comenzamos con el primer paso de reconocer quiénes somos y de qué estamos hechos, lo que nos hace actuar de la manera en la que lo hacemos normalmente. El afrontar nuestros miedos, debilidades, dolores y traumas, ya es un logro que desbloqueamos, ahora durante este proceso de sanidad, sólo nos queda seguir adelante y continuar, sabiendo que la recompensa será que estaremos renovados por el Espíritu Santo, porque él nos quiere libres.

El segundo paso que veremos este día es entregarle todo a Dios. Sin duda, este paso es fundamental en nuestras vidas, ya que solo Dios puede restaurarnos por completo, solo él puede darnos las herramientas necesarias y hacernos libres. En los salmos podemos leer constantemente como el Rey David le decía a Dios que examinara su corazón, aquello que incluso para él era desconocido.

Una vez que nos conocemos a nosotros mismos, tenemos que ir a nuestro altar de oración y decirle a Dios todo lo que sentimos, decirle que queremos ser renovados, que no podemos seguir siendo de la misma manera y para esto se requiere no solo de valentía, sino también de humildad, tener un corazón sencillo y contrito para decir que necesitamos cambiar porque entendemos que así, no estamos bien.

Esas oraciones sinceras, del alma y con un corazón quebrantado, el Señor las recibe con amor, con agrado, inclina su oído ante nuestro clamor, nos consuela, nos orienta y nos da la fuerza necesaria para levantarnos y seguir adelante ante el cambio y renuevo que queremos para nosotros.

Básicamente, este segundo paso nos llena de la fortaleza y fe necesarias para seguir avanzando con nuestro proceso de sanidad interior, es la recarga y el aliento que nuestra alma y espíritu necesitan para poder continuar.

Pídele al Señor en este segundo día, que te muestre la raíz de todo aquello que colocaste en la hoja el primer día, que te revele dónde inició todo y por qué. Mientras más conozcamos, mientras más examinemos en nuestro interior, será más fácil entendernos y comenzar a caminar, aunque lento, seguros, porque vamos con Dios de la mano y porque vamos hacia nuestra sanidad.