¿Cómo Vive Un Discípulo De Cristo?Muestra

Ayer vimos la transición que se produce entre el cierre del capítulo 11, y el comienzo del 12. No debemos olvidar que un principio las cartas no tenían estas separaciones, de capítulos y versículos, el Apóstol nos viene contando cómo debería afectar nuestra manera de vivir el conocer quién es el Dios que amamos, y servimos.

El versículo 1 de Romanos 12 continúa diciendo, les ruego.

Una mejor traducción para ruego, según los expertos sería les exhorto, lo que implica venir al lado para llevar a cabo una misión, no el sentido negativo que se le ha dado regularmente al verbo, como reprender, y del cual muchos huyen al no querer aplicar, ni recibir exhortación. Esto nos ha llevado a perdernos una de las partes más edificantes y necesarias para el cuerpo de Cristo.

Hebreos 3:13 dice:

Antes, exhórtense los unos a los otros cada día, mientras todavía se dice: «Hoy»; no sea que alguno de ustedes sea endurecido por el engaño del pecado (NBLA).

Tiene que ver con venir al lado de un hermano, con un ruego para que oriente su vida en una determinada dirección, no es una súplica, es aliento. En el griego clásico el término era utilizado por los oficiales para arengar a las tropas bajo su mando, antes de entrar en combate, la exhortación dirigía el pensamiento de los soldados hacia la victoria.

Así hoy el Señor, nos exhorta, o sea, nos anima a vivir.

1. Siempre rendidos

Por tanto, hermanos, les ruego por las misericordias de Dios que presenten sus cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es el culto racional de ustedes.

Rendirse, en el sentido más popular de uso implica pérdida, darse por vencido. Sin embargo, seguir a Jesús implica entregarlo todo, sabiendo que esto no traerá pérdida, al contrario, ganancia y bendición.
Esto no es un evento, no es un acto de una sola vez, no basta con una oración cada cierto tiempo, es de todos los días decidir tomar nuestra cruz y seguir a Cristo, dispuestos a pagar el costo que esto implica. Tristemente, no todos quieren hacerlo.
Al igual que en los tiempos de Jesús muchos dejan de seguirle, una vez que comprueban el costo que se debe pagar, pero ningún costo podrá igualar al sacrificio que Cristo hizo por nosotros en la cruz. Entonces, ¿cómo no vivir rendidos ante él? ¿Te animas?

Oremos: Amado padre, ayúdame y enséñame a vivir totalmente rendido ante ti, que ningún área de mi vida se resista a tu poder y majestad. Anhelo presentarme a diario como un sacrificio, vivo, santo, y aceptable ante ti. Te amo Señor, amén.