Esta Vez Le AlabaréMuestra

Dia 4. La Cruda Verdad
Aunque esta historia pareciera sacada del guión de alguna película, fue real. En el Libro de Génesis, capítulo 29, la encontramos.
Volviendo al relato, Lea había pasado una noche de bodas que había soñado alguna vez, pero que no había sido diseñada para ella en ese momento específico. Me preguntaba ¿por qué LEA habiendo visto el amor que Jacob profesaba por su hermana y viendo por más de 7 años el idilio de esta pareja, no le dijo nada al novio en cuestión, que era ella en su lecho nupcial y no su hermana? Por qué no le dijo "Oye, Jacob, no te asustes, soy yo, LEA", mi papá ordenó esto, sino que siguió adelante. Me he puesto a pensar en este asunto, poniéndome en lugar de Lea; pensaba que quizás fue por miedo a su padre que decidió no revelarse ante Jacob, quizás fue porque no tenía más opciones, o quizás aprovechó la oportunidad que se le presentó como caída del cielo.
En este último punto meditaba, debido a que generalmente nosotros también “aprovechamos oportunidades” aun con conocimiento de que no está bien del todo lo que vamos a hacer; a veces también escondemos “cosas” porque se nos presenta una oportunidad e incluso pensamos que Dios está permitiéndola, aunque sepamos que no es lo correcto. Quizás LEA siguió adelante con el plan de su papá y calló la noche de bodas, porque muy en el fondo lo quería, lo había soñado y se le presentó de manera formidable “la oportunidad” y simplemente la tomó.
Tiempo después comenzaron a convivir como esposos, LEA esperaba ser amada con el tiempo, pero no sucedió así, sino al contrario, era despreciada, y es que aunque pienses que el haber aprovechado la oportunidad te garantizaba con el tiempo que todo estaría bien (aun sabiendo que estaba mal), las consecuencias de esa decisión te llevarán a ser despreciado y humillado, no te irá bien, sufrirás y tendrás amargura en tu corazón.
Posteriormente, y producto de su relación con Jacob, llega la noticia de que está embarazada. Nuestra joven de ojos tiernos piensa que tendrá ahora la atención y el amor de su esposo, quien ya tenía a Raquel en sus brazos amándola como él había soñado.
Así, dio a luz LEA al primogénito de Jacob, y lo llamó RUBÉN, cuyo significado para ella era “AHORA SÍ ME AMARÁ MI MARIDO”.
Luego concibió de nuevo y dio a luz un hijo y llamó su nombre SIMEÓN, cuyo significado era “POR TANTO HE SIDO MENOSPRECIADA, JEHOVÁ ME DIO ESTE HIJO”.
Tiempo después, concibió y dio a luz un hijo y lo llamó LEVÍ, cuyo significado para ella era “AHORA SI ME AMARÁ MI MARIDO”.
Aunque LEA le había dado 3 hijos varones fuertes y robustos a su marido, dejando entender que ella era fértil, que cumplía el mandato de Dios de multiplicarse, y por su parte, Jacob tenía descendencia de aquella a quien no amaba, a quien despreciaba una y otra vez, en tanto que su amada Raquel no le había dado hijos. LEA había vivido desde que se casó con Jacob entregada a ese amor que ella sentía por él, pero que nunca le había sido dado de regreso. Su esposo solo miraba con amor a su hermana, y aunque le había dado 3 hijos, en cada oportunidad sus nombres representaban lo que ella esperaba, anhelando que su marido la amara “esta vez”.
Nosotros, en cierta manera nos parecemos a LEA, esperamos que a quien amamos nos ame de regreso, en cualquier relación, de familia, de padres e hijos, de parejas, amigos, entregamos tanto amor que pensamos que merecemos ser amados de la misma manera de regreso, y pasamos nuestra vida tratando de agradar o “hacer algo” para que esa persona nos ame. Incluso nos aferramos tanto a esa persona que dependemos emocionalmente incluso espiritualmente de él o ella, logrando con esto hacernos daño a nosotros mismos una y otra y otra vez.
LEA año tras año e hijo tras hijo, esperaba que su marido la amara y nunca recibió tal amor; no se dedicó a Dios, sino que se decía a sí misma: “JEHOVÁ hará que ahora sí me ame mi marido”. Esperaba que el Señor le hiciera el milagro de tener lo que más deseaba, pero realmente no miraba a Dios con ojos de amor, sino de favor. Muchas veces nosotros rogamos a Dios para que esa persona que amamos nos ame, quien se fue regrese, lo que perdimos lo recuperemos; pasamos años rogando por la atención y cariño de personas que no lo hacen, incluso que te desprecian, y dedicas ayunos, oraciones, vigilias, pides y pides a Dios y nada sucede. Es el momento y este es el día de cambiar todo esto en tu vida, de cambiar la perspectiva, porque aún no termina la historia de LEA ni la tuya tampoco,
Dios es el único que te amará, así como deseas y esperas ser amado o amada, incluso mas allá; las personas son tan impredecibles que su manera de dar amor es limitada y cambia con el tiempo. Esperamos tanto amor de los demás, y Dios, por otro lado, demostrándonos tanto amor, que paradójicamente no lo vemos, no lo sentimos, ni siquiera creemos que ese amor sea suficiente, porque decimos: ¡ahhhh! Sé que Dios me ama, pero quiero que fulano o fulana me ame, y nos preguntamos: ¿Por qué ella o él no entiende este amor tan grande que siento? ¿Por qué no me valora? ¿Y sabes que? Dios también se pregunta lo mismo de ti.
Acerca de este Plan

¿Alguna vez te has sentido sola o solo, tanto que eres como invisible al mundo? ¿Te han despreciado, te sientes sin valor, no te sientes amado o amada? ¿Has estado en esa temporada oscura tanto tiempo que no has tomado un momento para mirar arriba y alabar a Dios? Te diré no eres el único, y a través de este plan descubriremos porque es mejor un día en la presencia de Dios que 1000 fuera de él.
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Nos gustaría agradecer a Jann Luis Quintero por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.iglesiadelacruz.com