Dios Usa Nuestros Sufrimientos Para Un PropósitoMuestra

El Sufrimiento Bíblico: Escuela de Carácter y Camino a la Gloria
El sufrimiento no es algo que buscamos, ni una experiencia que deseamos vivir. Sin embargo, en la economía del Reino de Dios, la aflicción tiene un valor redentor. No es un accidente ni un castigo vacío; es una herramienta que Dios usa para formar el carácter, purificar el corazón y guiarnos de vuelta a Él. Como dijo el salmista:
“Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos" (Salmo 119:71).
Esta declaración nos revela una verdad profunda: hay cosas que solo se aprenden en el valle del dolor. Hay lecciones que no se comprenden en la comodidad ni en el éxito, sino en la humillación, en la pérdida y en el quebranto. A lo largo de la Biblia, encontramos múltiples ejemplos de hombres y mujeres de Dios que fueron formados, no en los palacios, sino en los desiertos, en las cárceles, en los pozos y en la soledad.
José: De esclavo a gobernador
José, hijo de Jacob, fue vendido por sus hermanos, calumniado por la esposa de Potifar y olvidado en la cárcel. A simple vista, su historia está llena de injusticias. Pero tras cada etapa de sufrimiento, Dios estaba obrando algo mucho más grande. Cuando finalmente se convirtió en el segundo hombre más poderoso de Egipto, José pudo decir a sus hermanos:
“Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo” (Génesis 50:20).
El sufrimiento de José lo preparó para gobernar con sabiduría, administrar con justicia y perdonar con compasión. Sin el pozo, no habría palacio. Sin la esclavitud, no habría redención. Dios usó la aflicción para pulir su carácter.
Moisés: De príncipe a pastor
Moisés fue criado como príncipe en la casa de Faraón, pero tras matar a un egipcio y huir por su vida, pasó cuarenta años en el desierto cuidando ovejas. Muchos habrían considerado eso un fracaso. Pero fue en ese lugar de aparente olvido donde Dios trató con su orgullo, su identidad y su obediencia. Cuando el Señor lo llamó desde la zarza ardiente, Moisés ya no era el impulsivo joven de Egipto, sino un hombre humilde, listo para ser el libertador de Israel.
La aflicción lo preparó para la misión. El sufrimiento lo convirtió en un instrumento útil en las manos de Dios.
¡Medita en esto!
Escrituras
Acerca de este Plan

En el Salmo 119: 71. El salmista describe que el sufrimiento, el haber sido afligido por el Señor, le hizo bien porque le enseñó a prestar atención a Sus decretos. La palabra hebrea para aflicción, en el original, significa incomodar, tallar, someter, castigar, machacar, debilitar, humillar y deprimir. Y de acuerdo al testimonio del salmista, todo esto le sucedió con un propósito en Dios.
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Nos gustaría agradecer a Conociendo a Dios por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: myjourney.es.jesus.net
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