Dios Usa Nuestros Sufrimientos Para Un PropósitoMuestra

“Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos” (Salmo 119:71).
En nuestra cultura actual, la aflicción no es vista con buenos ojos. La evitamos, le tememos y la rechazamos. La idea de que el sufrimiento pueda tener un propósito —y aún más, que pueda hacernos bien— parece absurda en un mundo que valora la comodidad, la rapidez y el placer inmediato. Sin embargo, las Escrituras nos enseñan algo radicalmente distinto.
El salmista, en medio de su experiencia con el dolor, declara algo profundo y contracultural: “Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos.” No está hablando desde una teoría, sino desde una vivencia. Fue precisamente en su aflicción que aprendió a prestar atención a la Palabra de Dios. Su dolor no fue en vano. Tuvo propósito, lo acercó al corazón del Padre.
En el original hebreo, la palabra usada para “afligido” tiene un significado amplio, profundo y revelador. Implica ser incomodado, tallado, sometido, debilitado, humillado, incluso deprimido. No se trata de una molestia pasajera, sino de una experiencia transformadora. Es como si Dios, el Gran Alfarero, estuviera moldeando al salmista a través de la presión, el fuego y la incomodidad, para formar en él, algo eterno: un corazón obediente, sabio, y conforme a Su voluntad.
Querido lector, Dios nos llama a entender que, dentro de su pedagogía para Sus hijos, la disciplina y la tribulación no son castigos sin sentido, sino herramientas formativas. Son parte del proceso mediante el cual Dios nos purifica, nos alinea, y nos enseña a vivir de acuerdo a Su verdad. El apóstol Pablo escribió a los Romanos que "todas las cosas cooperan para bien de los que aman a Dios" (Romanos 8:28). ¡Todas las cosas! - incluso el sufrimiento-.
A menudo escuchamos que la tribulación tiene como objetivo probar nuestra fe. Y si bien, eso es cierto en parte, el propósito es aún más profundo: enseñarnos a caminar con sabiduría, a obedecer con humildad, y a confiar con profundidad. La aflicción nos expone, nos vacía de nosotros mismos y nos llena de Dios. Nos quiebra, sí, pero para reconstruirnos conforme al carácter de Cristo.
La Biblia es clara en cuanto a esto: "Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará el Señor" (Salmo 34:19). El justo no es eximido del dolor. Al contrario, es muchas veces es blanco del sufrimiento. Sin embargo, no está solo en la tormenta. Dios está allí, obrando, enseñando, formando. Como un maestro paciente, Él nos guía a través del valle, no para destruirnos, sino para revelarnos más de Él.
¡Medita en esto!
Escrituras
Acerca de este Plan

En el Salmo 119: 71. El salmista describe que el sufrimiento, el haber sido afligido por el Señor, le hizo bien porque le enseñó a prestar atención a Sus decretos. La palabra hebrea para aflicción, en el original, significa incomodar, tallar, someter, castigar, machacar, debilitar, humillar y deprimir. Y de acuerdo al testimonio del salmista, todo esto le sucedió con un propósito en Dios.
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Nos gustaría agradecer a Conociendo a Dios por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: myjourney.es.jesus.net