Dios Usa Nuestros Sufrimientos Para Un PropósitoMuestra

La Aflicción Como Escuela de Sabiduría

Uno de los mayores errores que podemos cometer como creyentes es asumir que si estamos sufriendo, es porque algo anda mal. Pero, en muchos casos, la aflicción es señal de que Dios está obrando profundamente. Es Su mano moldeadora la que, con amor, nos guía a un mayor entendimiento de Su voluntad.

La aflicción no es el fin del camino, sino parte del proceso. Es el crisol donde se purifica la fe, el taller donde se esculpe el carácter, el aula donde se enseña la obediencia.

Hebreos 12:11 lo dice con claridad: “Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados". La clave está en ser ejercitados por la aflicción, es decir, permitir que haga su obra en nosotros.

Quizás querido lector, estés atravesando un tiempo difícil. Tal vez te sientes afligido, debilitado u humillado. Hoy te quiero decir que no estás solo. No es en vano. Pregúntate: ¿Qué quiere enseñarme el Señor en esta temporada? ¿Qué área de mi vida está siendo pulida? ¿Estoy permitiendo que este proceso me acerque más a Dios, o me estoy endureciendo?

No desperdicies tu dolor. No cierres tus oídos al susurro del Maestro que enseña a través del quebranto. Hay lecciones que sólo se aprenden en la tormenta, y tesoros que sólo se descubren en la oscuridad (Isa. 45:3).

Recuerda, si te mantienes con el corazón abierto, descubrirás que la aflicción —aunque amarga al principio— puede convertirse en un maestro fiel que te lleva de regreso a los caminos del Señor.

¡Medita en esto!