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Un Santuario Para Dios

DÍA 5 DE 5

Un Lugar Exclusivo, Segunda Parte.

Este es el último día de nuestro plan bíblico, y hasta este punto, Éxodo 25:8 nos ha brindado una profunda revelación que ilumina la majestuosidad del tema del santuario, incluso al enfocarnos únicamente en este pasaje. En la reflexión anterior exploramos la exclusividad de Dios desde la perspectiva de un espacio físico consagrado a Su gloria. Sin embargo, ahora nos adentramos en una dimensión más íntima y personal: el santuario como el templo viviente que representa al creyente, donde la presencia divina habita y se manifiesta.

El texto de nuestras reflexiones declara: “Y que hagan un santuario para mí, para que yo habite entre ellos" (Éxodo 25:8).

El pronombre personal yo se encuentra de manera reiterada implícitamente en el texto hebreo, subrayando que es Dios mismo, y no otro, quien reclama la soberanía y propiedad exclusiva sobre el santuario. Asimismo, enfatiza que es Su presencia divina, única e incomparable, la que habitará en ese lugar consagrado, reafirmando Su exclusividad y centralidad en la vida de Su pueblo.

El verbo asah, traducido como “hacer” o “realizar”, desempeña un papel crucial en nuestro texto, ya que asigna la responsabilidad de construir el santuario directamente al pueblo de Israel. Dios les encomienda esta tarea, destacando su participación activa en la edificación de un espacio consagrado para Su gloria. Este verbo aparece repetidamente en el Antiguo Testamento con matices profundos. Por ejemplo, en Isaías 43:7, se traduce como “modelar”, cuando Dios afirma: “A los que llamé por mi nombre, los he creado, y los hice para mi gloria”. Aquí, asah comunica la intención divina de formar algo con propósito y cuidado, es decir, Dios modeló o creó a la humanidad para su gloria.

El verbo asah también puede ser sinónimo de bará, que se usa específicamente en el contexto de la creación divina. En Génesis 1:1, bará describe la acción soberana de Dios al traer el universo a la existencia. En contraste, Job 4:17 utiliza asah para referirse a Dios como el “Hacedor” del hombre: “¿Es el mortal justo delante de Dios? ¿Es el hombre puro delante de su Hacedor?”. Este uso subraya a Dios como el creador intencional y soberano de la humanidad.

El mensaje subyacente es profundamente teológico: mientras que Dios delega al pueblo la responsabilidad de construir el santuario terrenal en el desierto (asah), Él y sólo Él es el autor de la creación del santuario viviente, es decir, el hombre. Ambos santuarios, el terrenal y el viviente, fueron diseñados y realizados para un propósito común: glorificar el nombre de Dios. El santuario del desierto reflejaba la presencia visible de Dios entre Su pueblo, mientras que el hombre, como criatura de Dios, está llamado a ser portador de Su imagen y reflejo de Su gloria.

En el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo amplía esta comprensión de manera significativa. En 1 Corintios 6:19, afirma que cada creyente es un santuario del Espíritu Santo: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?”. Aquí, Pablo eleva la noción del santuario a una dimensión personal y espiritual. Ya no se trata de un edificio físico, sino de la morada del Espíritu Santo en el creyente, quien ha sido redimido por Cristo.

Este cambio de perspectiva conecta el trabajo de Dios en la creación con Su obra redentora. Mientras que el Espíritu Santo habita en los creyentes, Él también es quien santifica y guía a la Iglesia, cumpliendo el propósito eterno de Dios de habitar entre Su pueblo, ya no en un espacio físico limitado, sino en el corazón mismo de quienes le pertenecen. Así, el llamado a la santidad y a la consagración personal se convierte en un reflejo de la gloria de Dios, tanto en el santuario viviente que es el creyente como en la comunidad de fe que es la Iglesia.

El santuario descrito en Éxodo fue diseñado específicamente para Dios, y a lo largo de las Escrituras se enfatiza repetidamente que la Iglesia, como cuerpo de Cristo y santuario del Espíritu Santo, también le pertenece. Este principio se encuentra en pasajes como Éxodo 19:5-6: “Vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos”, Deuteronomio 7:6: “Porque tú eres un pueblo santo para el Señor tu Dios”, Salmo 135:4: “Porque el Señor ha escogido a Jacob para sí”, Malaquías 3:17: “Serán para mí especial tesoro”, y 1 Pedro 2:9: “Vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios”.

¿Ocupa Dios un lugar exclusivo en el santuario que representa tu vida? ¿Se refleja en ti la gloria del Señor? No tiene propósito alguno vivir como santuarios vacíos de Su gloria mientras caminamos por este mundo. Tu existencia carecerá de verdadero significado si el Creador no ocupa el lugar central en ella.

Queridos lectores, los animo a buscar activamente la presencia de Dios en su ser, a consagrarse como santuarios vivientes, donde la luz y el amor de Dios se reflejen en cada acción y pensamiento. Es tiempo de edificar un lugar donde Su gloria resplandezca, no solo en nuestras vidas individuales, sino también en nuestra comunidad de fe. ¡Que cada uno de nosotros sea un testimonio de Su grandeza, y que Él sea el centro de nuestra existencia!

Escrituras

Acerca de este Plan

Un Santuario Para Dios

"Un Santuario para Dios" es un plan bíblico de cinco días diseñado para profundizar en el significado de ser morada del Señor. A través de devocionales y reflexiones, Marcos Arias guía a los creyentes a comprender cómo consagrar su vida como un templo vivo para Dios. Inspirado en las Escrituras, este plan fomenta la intimidad con el Padre y la transformación espiritual.

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Nos gustaría agradecer a Andad en Él por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.instagram.com/andadenel