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Un Santuario Para Dios

DÍA 3 DE 5

Un Sueño Posible.

Al comenzar cada nuevo año, emergen nuevas metas y planes. Aunque nuestras proyecciones son dinámicas y están sujetas a variaciones temporales, no sucede lo mismo con la naturaleza y los propósitos de Dios. La inmutabilidad divina, un atributo esencial de su ser, es reiterada en las Escrituras (Malaquías 3:6; Hebreos 13:8; Santiago 1:17). Sorprendentemente, el interés de Dios por establecer una relación de comunión con nosotros supera nuestra propia disposición hacia Él. Según el testimonio bíblico, el propósito teleológico de Dios siempre ha sido habitar en medio de su pueblo, como se evidencia en Levítico 26:11-12 y Apocalipsis 21:3.

El pasaje que hemos estado examinando (Éxodo 25:8) también refleja esta profunda verdad expresada anteriormente. La construcción del tabernáculo, conocido como el anhelo y sueño divino, constituye el medio a través del cual Dios busca restaurar la comunión quebrantada con la humanidad tras la caída en el Edén. Las Escrituras evidencian que, en el estado original, el hombre disfrutaba de una relación de proximidad con Dios, caminando juntos en el huerto (Génesis 3:8). El libro de Génesis describe la ruptura de esta relación debido al pecado, mientras que Éxodo revela el inicio de un proceso redentor mediante el cual Dios manifiesta su deseo de restaurar dicha comunión.

Los sacrificios ofrecidos por los patriarcas tenían como objetivo principal la restauración de la relación quebrantada entre la humanidad y Dios (Génesis 8:20; 12:7; 26:25; 35:7). Sin embargo, estos sacrificios, sin excepción, se realizaban en diversos lugares, sin evidencia de que fueran llevados a cabo en un templo o santuario fijo. Éxodo 25:8, Dios declara: “Que me hagan un santuario, y yo habitaré en medio de ellos”, revelando Su anhelo de establecer un lugar permanente de encuentro con Su pueblo.

Para que este propósito divino pudiera concretarse, el pueblo debía cumplir su parte obedeciendo las instrucciones detalladas que Dios había dado. Desde Éxodo 25, donde se presentan las especificaciones del santuario, hasta el capítulo 39, no se registra intervención divina para corregir o modificar la construcción. Esto indica que Dios había dado las directrices claras a Moisés, y ahora correspondía al pueblo ejecutar Su mandato con fidelidad y precisión. Este proceso subraya la colaboración entre Dios y Su pueblo en el cumplimiento de Su plan, donde la obediencia humana juega un papel crucial en la manifestación de la presencia divina.

Ha llegado el momento de revelar si el sueño de Dios se hará realidad. ¿Será posible cumplirlo? ¿Por qué planteamos esta pregunta? Porque la mayor bendición que un ser humano puede experimentar en su vida es disfrutar de la presencia y la gloria de Dios. Sin embargo, el mismo Dios que entregó instrucciones precisas para la construcción del santuario desea asegurarse de que Su gloria reposará en un lugar edificado exactamente según las especificaciones que Él estableció. El relato bíblico declara:

"(…) Así acabó Moisés la obra. 34Entonces la nube cubrió la tienda de reunión y la gloria del Señor llenó el tabernáculo.Y Moisés no podía entrar en la tienda de reunión porque la nube estaba sobre ella y la gloria del Señor llenaba el tabernáculo" (Éxodo 40:33-35).

Ahora Dios encuentra plena satisfacción. Lo que antes era solo un anhelo divino, un reflejo de Su deseo eterno, se convierte en una realidad manifiesta. Sin embargo, hay un punto teológicamente revelador: en Éxodo 40, la presencia de la nube y la gloria no solo tenía como propósito llenar el tabernáculo, sino también validar la fidelidad del pueblo en la ejecución de Sus instrucciones.

La manifestación de la Shekiná servía como una prueba de que los materiales, el diseño y cada detalle del santuario se habían realizado conforme al modelo dado por Dios (Éxodo 25:9, 40). Este acto subraya que la gloria divina no habitaría en cualquier espacio, sino exclusivamente en uno construido según Su voluntad y conforme a Su santidad. La nube y la gloria eran la afirmación divina de que el lugar creado respetaba plenamente Su diseño y propósito.

Esto refleja un principio teológico profundo: la comunión de Dios con Su pueblo siempre está condicionada a la obediencia y la alineación con Sus mandatos, tanto en el contexto del tabernáculo como en la vida espiritual de los creyentes.

La presencia de Dios en la Biblia puede ser vista como una línea temporal que inicia en el Edén, sigue por el santuario de Éxodo, pasa por Juan 1:14 con la encarnación de Jesús y culmina en el Apocalipsis con la morada eterna de Dios.

En el Nuevo Testamento, este concepto alcanza su clímax en Juan 1:14, donde el apóstol afirma que “el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. Aquí, el verbo griego skénoó, que literalmente significa “tabernaculizar” o “hacer Su morada”, describe cómo Jesús, la gloria de Dios encarnada, vino no solo para un grupo particular, sino para toda la humanidad. En Cristo, Dios no solo visita, sino que establece Su presencia de manera permanente y cercana, levantando Su tienda entre los seres humanos.

En Apocalipsis 21:3, el término skēnē —un sustantivo derivado del mismo verbo empleado en San Juan 1:14— se utiliza para describir el cumplimiento último del propósito divino: “He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y Él habitará con ellos.” El anhelo de Dios de morar con Su creación se completará plenamente cuando Su trono sea establecido en la nueva tierra, una expresión definitiva de Su amor y fidelidad hacia la humanidad.

Así, desde el tabernáculo en el desierto hasta la encarnación y la nueva creación, la narrativa bíblica presenta un desarrollo continuo y coherente del deseo de Dios de habitar con Su pueblo, culminando en una relación eterna e inquebrantable.

El deseo, anhelo y sueño de Dios es morar con nosotros, pero ¿cuál es tu deseo, anhelo y sueño? Recuerda, Dios quiere convertirse en el centro de nuestra existencia.

Escrituras

Acerca de este Plan

Un Santuario Para Dios

"Un Santuario para Dios" es un plan bíblico de cinco días diseñado para profundizar en el significado de ser morada del Señor. A través de devocionales y reflexiones, Marcos Arias guía a los creyentes a comprender cómo consagrar su vida como un templo vivo para Dios. Inspirado en las Escrituras, este plan fomenta la intimidad con el Padre y la transformación espiritual.

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Nos gustaría agradecer a Andad en Él por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.instagram.com/andadenel