Afilando mi espadaMuestra

Romanos 15 nos invita a considerar cómo vivimos en comunidad y cómo apoyamos a aquellos que están a nuestro alrededor. En la vida cristiana, no estamos llamados a vivir aislados, sino a apoyarnos mutuamente, tanto en lo espiritual como en lo práctico. La unidad en la iglesia es otro tema central en este capítulo. Pablo nos recuerda que Cristo vino a servir, no a ser servido, y que debemos seguir su ejemplo. No importa si nuestras diferencias son culturales, de origen o de opinión, en Cristo somos uno. Esta unidad no es algo que sucede automáticamente; requiere esfuerzo, paciencia y, sobre todo, un enfoque en lo que nos une: nuestra fe en Jesús.

La esperanza que tenemos en Cristo no es pasiva; nos impulsa a vivir con paciencia y fortaleza. La paz y el gozo son frutos de esa esperanza, y ambos son esenciales para nuestras relaciones dentro de la comunidad.

Hoy, reflexiona sobre tu rol en tu comunidad de fe. ¿Estás llevando las cargas de los demás y ayudando a los más débiles? ¿Estás promoviendo la unidad en la iglesia, a pesar de las diferencias? ¿Cómo puedes vivir con más esperanza y paciencia, confiando en que Dios está obrando en ti y en los que te rodean?