Para Un Tiempo Como EsteMuestra

A lo largo de la historia, y especialmente de la historia bíblica, hemos leído acerca de personas especiales que fueron levantadas en un momento en que Dios las necesitaba para una tarea especial. Recordemos que Dios puede hacer lo que quiera, con o sin personas, porque Él es Dios Todopoderoso. Pero a algunas personas Él quiere incluirlas en Su plan de rescate, como fue el caso de Ester. Ella era una mujer que fue levantada para una tarea especial para salvar al pueblo judío, pero se le dio una opción, que era unirse al Señor en Su obra, o protegerse solo a sí misma. Veamos un extracto de esa historia:

Entonces Mardoqueo les dijo que respondieran a Ester: "No pienses que en el palacio del rey escaparás más que todos los demás judíos. Porque si guardas silencio en este tiempo, el alivio y la liberación se levantarán para los judíos de otro lugar, pero tú y la casa de tu padre perecerán. ¿Y quién sabe si no has venido al reino para un tiempo como este? (Ester 4:13-14 NVI)

—¿Y quién sabe si no has venido al reino para un tiempo como este? Esto me recuerda a personas especiales en la historia que han sido levantadas por Dios para una tarea especial, ya sea para preservar una raza, como Ester, para guiar a un pueblo a la libertad como Moisés, para proteger un reino como David, para profetizar a un pueblo rebelde, como Elías y Eliseo, para empoderar a los débiles e indefensos, como Gedeón, y lanzar un mensaje que cambiaría millones de vidas durante los próximos dos mil años, como los 120 seguidores de Cristo que oraron y esperaron en ese Aposento Alto a que el Espíritu los visitara. Todas estas personas fueron levantadas para un tiempo especial que requeriría que se unieran a una obra que Dios quería hacer a través de sus vidas. Agradezco a Dios que obedecieran y aprovecharan el momento, porque todos están en nuestras raíces espirituales. Son los antepasados y madres de nuestra fe. Dios los escogió y ellos estuvieron de acuerdo en obedecerle. Él los usó, y sus vidas de alguna manera nos han llegado a ti y a mí hoy. Eso fue entonces, y esto es ahora:

Hoy estamos en otra crisis, pero es mejor verlo como una oportunidad. Hoy en día, millones de personas están desanimadas, asustadas y peligrosamente cerca de ceder a todos esos miedos. Pero muchos también son ahora muy conscientes del delgado hielo sobre el que han construido sus vidas. Son vulnerables, sí. Pero están abiertos a la esperanza. Están abiertos a la Buena Noticia. Este momento llegará y pasará, y es por eso que necesitamos ser urgentes en hacer discípulos. La vida después de esto no será la misma. Ellos, de alguna manera, se deteriorarán en un ajuste a una nueva norma de desesperanza y aceptación de lo que salga de ella, a menos que aquellos de nosotros que Dios ha levantado para un tiempo como este, demos un paso al frente. ¿Cómo lo hacemos?

Creo que el Cuerpo de Cristo, la Iglesia y las congregaciones en este país deben ser los mensajeros de esperanza de Dios. Antes de que esto pueda suceder, necesitamos empoderarnos y lanzarnos hacia la mayor operación de búsqueda y rescate que este mundo haya conocido. La Iglesia necesita ser empoderada, y para ser empoderada creo que la Iglesia en este país necesita ser revivida. Creo que necesitamos un avivamiento.

¿Qué es el avivamiento? El avivamiento es un despertar espiritual. Es revivir a un creyente o a una congregación o a la Iglesia de un estado de estancamiento. Es para ser refrescado, para ser reiniciado, para ser relanzado. Creo que es para ser restaurado a nuestro primer amor, que es el amor de Cristo por nosotros. Necesitamos ser llevados de vuelta a esta verdad tan profundamente que nos recuerde quiénes somos y DE QUIÉN somos. Nos hemos olvidado de esto, y el avivamiento tendrá esta restauración en su núcleo.

El avivamiento también tendrá en su núcleo las reconciliaciones dentro del Cuerpo de Cristo, lo que crea una visión mutua y despertares masivos de dones espirituales que trabajan juntos. El avivamiento conducirá a la salvación y al crecimiento espiritual. El avivamiento nos da el poder de hacer lo que solo Dios puede hacer a través de nosotros, y eso está más allá de nuestro entendimiento. Sí, se necesita avivamiento, y necesitamos orar por él.

Creo con todo mi corazón que nuestro Dios misericordioso escuchará nuestras oraciones: "Señor, envía un avivamiento, y que comience en mí".