Pablo: Días desérticosMuestra

Qué hacer en el desierto

La vida puede ser como un desierto, seco y estéril. Tal vez nos encontremos perdidos y sin dirección, vagando en el calor abrasador sin fin. En esos momentos, quizá parezca que Dios nos abandonó. Incluso entonces, Dios está con nosotros. Camina a nuestro lado, dándonos la fuerza para seguir avanzando, incluso cuando no podemos dar un paso más. Podemos encontrar consuelo y guía en las Escrituras, donde se nos recuerda que nuestro objetivo final debe ser glorificar a Dios en todo lo que hacemos.

Para navegar por el desierto, primero debemos mantener nuestra fe. Incluso cuando sentimos que estamos en un páramo sin fin, debemos confiar en el plan de Dios para nuestras vidas. Debemos seguir poniendo un pie delante del otro, incluso cuando no sabemos lo que nos espera. No siempre es fácil, pero podemos encontrar la fuerza para seguir adelante con fe.

En segundo lugar, debemos beber del agua viva de Jesús. Cuando nos sentimos sedientos y espiritualmente vacíos, podemos encontrar sustento y esperanza en sus enseñanzas y gracia. Jesús es el agua viva que puede saciar nuestra sed y darnos la fuerza para seguir adelante. Finalmente, necesitamos darnos cuenta de que Dios puede usar el desierto y transformarlo en campos florecientes para su gloria. Dios puede traer belleza y propósito a nuestras luchas. Él puede tomar nuestro dolor y ayudarnos a usar el consuelo que recibimos de él para ministrar a los demás.

Si bien el desierto puede dejarnos cicatrices y heridas, Dios puede usar nuestras luchas para hacernos más fuertes y resistentes. Él puede tomar nuestro dolor y convertirlo en un testimonio de su amor y gracia. Así que cuando nos encontramos en el desierto, debemos confiar en que Dios puede usar nuestras luchas para su gloria. Podemos salir del desierto más fuertes, más sabios y con una comprensión más profunda del amor y la gracia de Dios. Caminaremos por desiertos. Eso no va a cambiar. En lugar de tratar de escapar de ellos, podemos dar un paso atrás y, con suerte, ver que el Señor está trayendo algo nuevo a nuestras vidas. No se ha olvidado de nosotros. Él siempre está con nosotros.

Tómate un tiempo y piensa en lo fiel que fue el Señor a Pablo y en lo fiel que ha sido contigo. Los días de Pablo en el desierto lo convirtieron en el apóstol intrépido que era. No vivió una vida fácil, pero tuvo la gracia de Dios a pesar de cualquier prueba o sufrimiento que se le presentara. ¿Cuánto más Dios te dará también su gracia?

Para obtener más información sobre este devocional, sigue este enlace: https://houstonsfirst.org/message/paul-desert-days