[Vida de David] Deja un buen legado espiritualMuestra

La lista

¿Alguna vez has oído hablar de una «lista de deseos»? ¿Tienes una? ¿Conoces a alguien que tenga una? Tal vez hiciste una lista de cosas que te gustaría hacer antes de que llegue el momento de reunirte con el Señor. Esa es una lista de deseos. En pocas palabras, es una colección de metas, expectativas, logros y aspiraciones que te gustaría lograr durante tu vida. Es una lista de cosas que te gustaría hacer, lugares que desearías visitar, personas que te gustaría conocer, miedos que superar, cosas que comprar, cosas que decir a ciertas personas, una compilación de tareas personales escritas en tu diario, en un pedazo de papel, tal vez escondido en algún lugar de tu habitación, o en la sección de notas de tu teléfono.

Me gustaría ir a Australia. Ese es uno de los puntos de mi lista de deseos. Nunca he estado en Australia antes. Quiero estar en ese puente que mira a la Ópera de Sídney. Espero poder cruzar ese puente y asimilarlo todo: la vista, el aire fresco, el agua, tener la posibilidad de ver todo eso.

¿Sabes cuál podría ser el mejor artículo en toda nuestra lista de deseos? La única cosa que podría borrar cada elemento de nuestra lista de deseos real y aun así hacernos sentir que nuestras vidas están completas, es cumplir el propósito de Dios para nuestras vidas. Podemos encontrar muchos ejemplos de esto en la Biblia. Según el libro de los Hechos, el rey David murió después de cumplir el propósito de Dios para su vida. Ese es EL elemento de la lista de deseos. Realmente no importa si vemos la aurora boreal, el follaje otoñal, vamos a Australia o vamos a un gran evento deportivo. Lo más grande que podríamos tener es marcar la casilla que dice: cumplir el propósito de Dios para mi vida. Eso sería la cosa más grandiosa.

Jesús no viajó muy lejos durante su tiempo en la tierra. Él estaba justo alrededor de su ciudad natal. No obstante, Él cumplió el propósito de Dios en su vida. ¡Y qué asombroso propósito cumplió! El Hijo de Dios se hizo carne, murió por cada uno de nosotros, venció la muerte, perdonó nuestros pecados y nos dio la salvación eterna.

¡Qué cosa tan asombrosa sería terminar nuestros días sabiendo que hemos cumplido el propósito de Dios para nosotros en nuestra generación!