Una vida de intimidad con DiosMuestra

Tu futuro está profetizado

“...Las Escrituras... testifican acerca de mí...”, Juan 5:39 (Peshita Español).

En la Biblia existen cientos de profecías acerca de Jesús que ya se cumplieron: su madre sería virgen, Isaías 7:14; Mateo 1:18. Nacería en Belén, Miqueas 5:2; Mateo 2:1. Pagarían treinta piezas de plata al entregarlo, Zacarías 11:12; Mateo 26:15. Entraría a Jerusalén montado en un burrito, Zacarías 9:9; Mateo 21:5. Echarían suerte por sus ropas, Salmo 22:18; Lucas 23:34. Moriría por el pecado de la humanidad, Isaías 53:9-12. Sin embargo; muchas otras profecías están a la espera de su cumplimiento, como su segunda venida. Jesús dijo: “Vengo pronto”, Apocalipsis 22:20 (PDT). Jesús prometió regresar por su iglesia: “Hay muchos lugares en la casa de mi Padre... voy a prepararles un lugar y... regresaré. Los llevaré conmigo para que estén donde estoy yo”, Juan 14:2-3 (PDT). “No... los abandonaré ni los dejaré como huérfanos en medio de la tormenta. Vendré a ustedes”, Juan 14:18 (NT-BAD). ¡Qué consuelo maravilloso! Jesús prometió preparar un lugar y, luego, buscarnos para queestemos con Él por toda la eternidad. Esa será nuestra mayor recompensa, aunque habrá más. ¡Seremos recompensados por cada buena obra! “...Cada uno recibirá lo que merezca por las buenas o las malas cosas que haya hecho mientras estaba en el cuerpo terrenal”, 2ª Corintios 5:10 (NT-BAD).

Todas las personas serán juzgadas por Jesús. Los cristianos comparecerán ante el tribunal de Cristo y, los incrédulos, en el gran trono blanco. Para los creyentes el juicio no resolverá su destino eterno sino, la recompensa por sus obras. No se juzgarán sus pecados ni su salvación. Se evaluará el servicio y se decidirá si serán premiados y en qué medida. Entiéndase bien. La salvación no es por obras sino por fe, Efesios 2:8. Pero una vez salvos, el Señor evalúa nuestras obras para premiarnos. ¿Y qué pasará con los incrédulos? Serán condenados: “Cuando... Jesús venga... castigará a los que no... quieren reconocerlo, y los destruirá para siempre...”, 2ª Tesalonicenses 1:7-9 (TLA). En definitiva, si has confiado tu vida a Dios haciendo a Jesucristo el Señor y Salvador de tu vida tienes asegurado tu destino final y te espera una gran recompensa en el cielo. Pero si todavía no has tomado esa decisión, ya es hora. Preocuparse por las cosas pasajeras de esta vida y descuidar el destino final es una verdadera tragedia. Asegura ahora mismo tu pasaporte al cielo arrepintiéndote de tus pecados y volviéndote a Dios de todo corazón. El cielo y Dios serán tu recompensa.