Una vida de intimidad con DiosMuestra

Cómo encontrar la verdadera paz
“Y calzados los pies, prontos para proclamar el Evangelio de la paz”, Efesios 6:15 (EUNSA).
La vida cristiana es un campo de batalla, no un parque de diversiones. Estamos en guerra. El devorador de almas es nuestro enemigo. Y la mejor estrategia de defensa es proclamar el evangelio. ¡El creyente protegido es aquel que testifica!
El evangelio produce paz con Dios, no con el diablo. Ahora bien, si el evangelio es el único medio para encontrar paz, ¿por qué todo el mundo lo rechaza? Jesús dijo: “Vengan a mí todos los que... llevan cargas pesadas, y yo les daré descanso”, Mateo 11:28 (NTV). Sin embargo son muy pocos los que acuden a Él. ¿Por qué? ¿Qué hay de malo en Cristo? Lo peor que hace por aquellos que lo buscan es darles paz y vida eterna. Aun así la gente espera escuchar mejores noticias. Cuidado, porque si perseveramos en rechazarlo la tragedia no puede demorarse: “Cambien de conducta... de lo contrario, los abandonaré y... los convertiré en un montón de escombros”, Jeremías 6:8 (TLA y NTV). “...Si una persona no se arrepiente, Dios afilará su espada... y disparará sus flechas encendidas”, Salmo 7:12-13 (NTV). Y el castigo no será nada comparado con el que recibirán después de la muerte: “...Sufrirán la pena del infierno... alejados para siempre de la presencia del Señor...”, 2ª Tesalonicenses 1:9 (NTV, NT-BAD).
Dios espera pacientemente nuestro arrepentimiento, Romanos 2:4. Pero su paciencia no implica tolerancia al pecado: “Estas cosas has hecho, y yo he guardado silencio; pensaste que yo era tal como tú; pero te reprenderé...”, Salmo 50:21 (NBLH). “Pensaste que yo era... como tú”. Esto es “creíste que yo tolero el pecado igual que tú”. Dios está dispuesto a perdonar pero bajo sus condiciones: que nos arrepintamos y apartemos de nuestros malos caminos: “Deje el impío su camino... y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia... y... será amplio en perdonar”, Isaías 55:7. “...Quiten sus pecados de mi vista. Abandonen sus caminos malvados”, Isaías 1:16 (BLA). Y luego dice: “Venid... y estemos a cuenta...”, Isaías 1:18. El pecado es deicida. Dios no nos dirigirá la palabra mientras empuñemos la espada. Mientras el pecado nos gobierne Dios, se negará a considerar la paz. Pero si lo confesamos y nos apartamos Dios nos perdonará. La única manera de vencer a Dios es de rodillas, mientras postrados confesamos: “Señor aquí estoy, mi vida es tuya, prefiero morir al pecado antes que luchar contra tu misericordia”.
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/