Una vida de intimidad con DiosMuestra

El avivamiento no está de oferta
“...Los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad...”, Juan 4:23.
Cuando una persona busca a Dios lo hace como respuesta al deseo de intimidad que nace en Dios mismo. ¡Él anhela nuestra cercanía!
Más que nuestro servicio, Dios desea comunión. Jesús escogió a sus discípulos que para estuvieran siempre con Él, Marcos 3:13-14. Pasar tiempo con sus hijos es su pasión y también debería ser la nuestra. El Señor suele utilizar situaciones o circunstancias difíciles para atraer nuestra atención. En medio de las grandes tormentas generalmente decidimos rendir nuestra voluntad, ceder nuestros derechos y dejar de lado aquellas cosas que ocupan nuestro tiempo y atención para encontrarnos con Él. En esa búsqueda nace el deseo de encontrar el tesoro más grande de todos: Dios mismo. Por esta razón, si se lo permitimos, los momentos más dolorosos de la vida serán la puerta hacia nuestra más grande bendición.
Estar cerca de Dios tiene un costo; pero lo vale todo. Contemplar su rostro no admite comparación. Un encuentro con Dios te cambia para siempre. Si das todo de ti mismo, tendrás todo de Él. ¡Jamás encontrarás un trato más conveniente!
Repasemos la historia de Israel. El propósito de Dios no era simplemente llevarlos a la tierra prometida, sino establecer comunión con ellos en el desierto: “...Deja ir a mi pueblo para que me adore...”, Éxodo 7:16 (NTV). La presencia de Dios es el propósito de nuestra adoración. La adoración es un medio para que su gloriosa presencia se manifieste. Asumimos una idea errónea de la adoración. Jamás imaginemos a Dios como un anciano que se alegra si recibe una gran cantidad de canciones. Dios no es un ser inseguro que necesita nuestra aprobación. Lo que Él busca es intimidad, cercanía, exclusividad. ¡Dios busca al adorador! “...El Padre... adoradores busca...”, Juan 4:23. La adoración acerca las partes. La adoración te lleva a la comunión y, la comunión, enlaza el corazón de Dios con el del hombre. ¡Nada puede ser mejor!
La época dorada de Israel fue aquella en la que los adoradores permanecían en la presencia de Dios. Esos momentos fueron muy agradables para el Señor, tanto que dijo: “reedificaré el tabernáculo de David”, Hechos 15:16 (LBLA). ¡Adóralo con todas tus fuerzas y todo tu corazón, entendiendo que Dios te anhela a ti!
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/