El Reino invertido: Estudio de 8 días a través de las BienaventuranzasMuestra

La paz sea con vosotros
Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Mateo 5:9
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Un alumno me preguntó: “¿Cuál es el mayor obstáculo para la paz en la Iglesia de hoy?” Me vino a la mente una ráfaga de conflictos estridentes: envidias mezquinas, ambiciones que perturban la unidad, luchas domésticas que rompen los matrimonios y terminan en divorcios, etc. Pero sobre todo, surgió lo que sería la mayor amenaza para la paz en la Iglesia contemporánea: el partidismo político que da prioridad a los valores culturales (muchos de ellos bastante legítimos) por encima de la Gran Comisión.
Muchos cristianos relacionan su partido político con la presencia manifiesta del reino de Cristo y adoptan una postura partidista que hace que los lemas y los arrebatos de indignación sean las principales formas de identificarse. Por ello, los miembros del partido contrario no solo representan una posición diferente, sino que son vistos como un mal. Ese es el antagonismo que ahora divide a progresistas y conservadores políticos, incluso dentro de la Iglesia.
¿Es posible que la Iglesia aborde esta batalla campal de una manera diferente?
PERSPECTIVA DEL DEVOCIONAL
Hacer la paz no es simplemente ser amable o simpático. Tampoco es apagar las llamas de la hostilidad. Es el plan divino de Dios para una vida comunitaria en la que Cristo llena nuestros corazones y luego, por extensión, impregna el mundo.
OBSERVACIONES
El modo en que Dios otorga la paz se asemeja al modo en que imparte justicia: a nosotros, en nosotros y a través de nosotros. Como Pablo lo explica, Dios ofrece paz a los justificados “por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1). El enfoque de nuestra mente en el Espíritu es lo que da lugar a profundas dimensiones de paz interior (Romanos 8:6). Y, por último, nuestra vocación es dejar que la paz de Dios fluya a través de nosotros alcanzando “lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación” (Romanos 14:19). Esta secuencia es importante porque no podemos ofrecer lo que no tenemos.
Sin embargo, la ansiedad puede robarnos la paz prometida. Tenemos momentos de ansiedad e irritabilidad, quizá durante días o temporadas, pero gracias a Dios no duran para siempre. Nuestra identidad como hijos e hijas de Dios en unión con Cristo y con el Espíritu Santo morando en nosotros, es más profunda y esencial que esta agitación interior. Ser su morada somete nuestros corazones y nos conduce de manera inevitable, aunque vacilemos, hacia la paz.
En la práctica, nuestro llamado a la pacificación es simplemente la demostración pública de lo que el Espíritu está haciendo en nuestro corazón: cultivar y mostrar a Cristo en acción.
APLICACIÓN
¿Y si en lugar de sospechas y luchas internas, expresáramos paciencia y bondad, soportándolo todo en nombre de Cristo? (1 Corintios 13:4 -7) ¿Y si tratáramos a los demás como nos gustaría ser tratados? (Mateo 7:12; Lucas 6:31) ¿Y si tomáramos en serio las palabras de Pablo: “Procuren que su conversación siempre sea agradable y de buen gusto, para que den a cada uno la respuesta debida”? (Colosenses 4:6)
¿Podríamos mantener el compromiso de proteger a los no nacidos y preservar el diseño de Dios para la familia, así mismo abordar la injusticia racial y ayudar a los pobres? Este tipo de pacificación no requiere que comprometamos nuestras convicciones teológicas. Sin embargo, sí requiere que imitemos a nuestro Salvador crucificado, el que demostró amor hacia sus enemigos (Mateo 5:44).
Nuestra condición de hijos e hijas de Dios nos lleva cada vez más a la práctica divina de la pacificación. Esta paz no es fácil ni barata, pero el Dios de paz, que resucitó a nuestro Señor Jesucristo de entre los muertos, hará que prevalezca (Hebreos 13:20).
Escrituras
Acerca de este Plan

En las Bienaventuranzas (Mateo 5:2-12), Jesús nos insta a apartarnos del mundo y a vivir en una contracultura con una nueva identidad arraigada en Él. El Reino invertido examina esta sabiduría contraria al sentido común y explora su relevancia en la actualidad.
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