Profundizando - EfesiosMuestra

La historia siempre se ha dividido en dos épocas basadas en la llegada de Jesús al mundo, a saber, A.C. (Antes de Cristo) y A.D. (Anno Domini- el año del Señor). Nuestras vidas también tienen una delimitación similar basada en nuestra salvación. Tuvimos nuestros años pre-cristianos en los que vivíamos a nuestro antojo, atados al pecado y a los placeres del mundo. Al invitar a Jesús a ser el Señor de nuestras vidas, entramos en una vida nueva en la que vivimos como personas de la luz. Esto significa que somos guiados por el impulso y la dirección del Espíritu Santo. No cedemos a nuestros deseos y pasiones carnales como antes, sino que somos conscientes del amor y la misericordia de Dios hacia nosotros y elegimos vivir en obediencia a Él.

La belleza de esta vida nueva es que ahora tenemos nuestra identidad y posición en Cristo. Estamos unidos a Él en Espíritu y nos sentamos con Él en los lugares celestiales espiritualmente. Esto significa que cuando pasamos por la vida con todos sus altos y bajos podemos verla con una visión renovada. Una visión que verá claramente la medida interminable del amor y la bondad de Dios hacia nosotros en Cristo Jesús. Una evidencia de este gran amor es nuestra salvación, que nos es dada por la gracia De Dios, cuando expresamos nuestra fe en Jesús. No somos salvos por nuestras buenas obras, sino que somos salvos por las buenas obras que Dios nos ha destinado. El bien que hacemos a otros en el cuerpo de Cristo y en el mundo en general les mostrará el poder y la presencia de un Cristo resucitado.