Profundizando - EfesiosMuestra

A la Iglesia se le llama acertadamente el Cuerpo de Cristo, ya que la Cabeza es el propio Jesús. Un cuerpo está formado por células que están en estrecho contacto entre sí y que crecen continuamente. Pablo hace hincapié a sus lectores que la iglesia, que está formada tanto por judíos como por gentiles, está unida por la muerte y la resurrección de Jesús y ahora crece en unidad y amor gracias al Espíritu Santo en cada uno de ellos.

Se nos insta a formar parte de esta comunidad y a vivir una vida digna de nuestra vocación, lo que significa elegir el amor y la unidad una y otra vez.

El amor es el factor de crecimiento del cuerpo de Cristo. Sin él, la Iglesia de Jesús perdería su vitalidad y relevancia. La unidad es el pegamento que mantiene unidas a personas diversas y diferentes. El Espíritu Santo es quien llena de amor a su pueblo y promueve la unidad contra todo pronóstico. Por nuestra cuenta, incluso los mejores de nosotros tendríamos dificultades para prosperar en comunidad.

El cuerpo de Cristo no es sólo la iglesia de tu localidad, sino la Iglesia con mayúsculas. Esta enorme y creciente comunidad de apasionados seguidores y amantes de Jesús es agraciada con hombres y mujeres con tremendos dones que ayudan a edificar y equipar a la Iglesia en general. Apóstoles, pastores, profetas, maestros y evangelistas son algunos de los que reciben estos dones de Cristo mismo con el propósito exacto de entrenar a su gente y hacerla crecer a semejanza de Él. ¡Qué gran tarea y qué increíble responsabilidad!

¿Cómo puedes utilizar lo que Dios te ha otorgado para bendecir al cuerpo de Cristo?

¿Fomentarás la unidad y difundirás el amor de Cristo entre los creyentes?