Hermosamente RendidaMuestra

Rut: Tu Dios y Mi Dios

Lectura: Rut 1:1–18

DEVOCIONAL: Rut 1:16

Rut respondió: —No me ruegues que te deje y me aparte de ti, porque a dondequiera que tú vayas, iré yo, y dondequiera que vivas, viviré. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios, mi Dios.

Noemí nunca se imaginó cómo Dios orquestaría la redención a través de su dolor y pérdida. Dios usó los momentos más difíciles de Noemí para continuar los planes que tenía para Su pueblo. Si Elimelec hubiera vivido, Noemí nunca hubiera necesitado depender de sus hijos para recibir protección y cuidado. Si sus hijos hubieran vivido, Noemí nunca hubiera tenido que hacer planes para salir de Moab y viajar de regreso a Belén. Y si Noemí nunca hubiera dado esos primeros pasos de regreso a su ciudad natal, Rut nunca habría conocido a Booz, un evento que llevó a su familia a estar en el linaje de Jesús.

Rut amaba profundamente a Noemí y es posible que aprendiera acerca de Dios a través de sus interacciones diarias con Noemí. A pesar de todo lo que estaba en su contra, Noemí continuó creyendo en Dios en una tierra extranjera. Noemí nunca perdió su comprensión de quién era Dios, pero había visto tanta angustia y dolor que dejó de creer que Dios sería bueno con ella. Aun en su dolor, Dios no dejó de cuidar a Noemí; Él le proporcionó una nuera que dejó todo lo que conocía para permanecer a su lado.

Cuando Noemí se dispuso a volver a Belén, tenía la intención de regresar al pueblo y a la familia que pudiera cuidarla como viuda. En lugar de regresar a su propia familia en Moab, Rut eligió quedarse con Noemí y viajar a una tierra extranjera, vivir con un pueblo extranjero y creer en un Dios extranjero. Rut puso su fe en el Dios en el que creía Noemí, aunque vio la lucha de fe de su suegra. La decisión de Rut impactó a todo el pueblo de Belén. Su historia llegó a oídos de un hombre llamado Booz, quien escucharía acerca de Rut y honraría su arduo trabajo y dedicación con protección y provisión.

Rut también se había enfrentado a una tremenda pérdida. El esposo, el suegro y el cuñado de Rut habían muerto, dejándola a ella y a las otras mujeres de la familia solas. Mientras Noemí eligió creer que Dios estaba obrando en su contra, Rut eligió tener fe. Ella optó por creer en el mismo Dios que su suegra, a pesar de que Él las había hecho pasar por tantas penalidades.

Podemos seguir el ejemplo de Rut de confiar en la provisión de Dios aferrándonos a Él incluso cuando los que nos rodean comienzan a dudar. La fe y la voluntad de Rut de apoyar a Noemí en su tiempo de dolor la llevaron a su relación con Booz y el niño que sería el antepasado del Mesías, el Salvador del mundo: Jesucristo.