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¿De quién es la elección?

"Tendré clemencia de quien yo quiera tenerla, y seré compasivo con quien yo quiera serlo" Romanos 9:15 NVI.

¿Elegimos a Dios porque Él nos eligió primero? ¿O Dios nos eligió porque nosotros lo elegimos a Él? Si eres calvinista, dirás lo primero. Si eres arminiano, dirás lo segundo. Pero tal vez la conclusión sea que ambos tienen que elegir.

¿Qué rige la elección de Dios? No es lo que hacemos, ya que la esta puede haber sido hecha antes de que naciéramos. A Rebeca se le dijo, mientras estaba embarazada, que su hijo mayor serviría al menor (Génesis 25:23). A Jeremías se le dijo que Dios lo conocía incluso antes de que se formara en el vientre y que había sido consagrado para ser profeta antes de nacer (Jeremías 1:5). Por tanto, ser elegido no es motivo de orgullo, ya que no indica merecimiento. Más bien somos elegidos simplemente porque Dios así lo eligió (Romanos 9:11) y debemos estar agradecidos por ello. 

Pero la soberanía de Dios no significa que no tengamos responsabilidad. A los israelitas se les dijo que eligieran: elegir a Yahvé y disfrutar de sus bendiciones o elegir otros dioses y perder la protección de Yahvé. Y las historias del Antiguo Testamento muestran cómo sus elecciones afectaron a sus circunstancias. Dios promete en Jeremías 29:13 NVI:"Me buscarán y me encontrarán cuando me busquen de todo corazón".La única manera de tener una relación con Dios es elegirlo por encima de todo. Nuestro corazón tiene que ser totalmente suyo.

Como Dios es soberano, no podemos obligarlo a elegirnos. Más bien, Él ya nos ha ordenado lo que debemos hacer si queremos ser aceptados por Él, es decir, debemos apartarnos del mundo y poner nuestra fe en Él. El hecho de que nos acepte cuando lo hacemos sigue siendo una expresión de Su gracia, no de nuestro valor. 

Así que, al final, no sabemos por qué Dios nos eligió. Sólo nos alegramos porque nosotros lo hemos elegido.

¿Cómo puedes expresar hoy tu gratitud a Dios por Su gracia en tu vida?