Los Cambios Del Dios Que No CambiaMuestra

Grandes y maravillosos cambios

No hay duda alguna que Dios ha estado produciendo cambios en la vida de hombres y mujeres a través de toda la historia. Dios cambia los corazones de piedra para convertirlos en corazones de carne. Cambia nuestra mente de tal manera que nos da la mente de Cristo, y nos lleva a pensar en lo justo y lo bueno como nunca antes habíamos pensado. Tomemos por ejemplo, los cambios producidos en el apóstol Pablo, quien vivía agradecido de la gracia de Dios para su vida y por todo lo que Dios había hecho en él desde el mismo momento que tuvo su encuentro con Cristo. Sabía que Dios le había mudado en otro hombre y se gozaba en la misericordia que 

Dios había tenido con él.

Le daba gracias por fortalecerle y ponerle en el ministerio, siendo que antes había sido un blasfemo, perseguidor e injuriador de la iglesia, cosas que había hecho por ignorancia e incredulidad. De tener un corazón que odiaba a la iglesia con todas sus fuerzas pasó a tener un corazón que se moría por ella.

Son muchos los testimonios de los grandes cambios que ha hecho Dios en los corazones de quienes han rendido su vida a Él. Cuando te miras a ti mismo (a), ¿te impresionas por los cambios que Dios ha realizado en ti a través de la intervención de su Espíritu Santo? Los que te conocen de cerca, ¿se han percatado de que no eres como eras antes de conocer al Señor? 

Es bueno que de vez en cuando nos hagamos estas preguntas porque las respuestas que demos a ellas nos ayudarán a reflexionar sobre nuestro crecimiento en el Señor. Debemos analizar si nuestros testigos, aquellos que de día en día de alguna u otra forma se relacionan con nosotros, ven alguna diferencia  en nuestra vida de antes y de ahora. De no ser así, debemos volver a la cruz con la humildad que da paso al Espíritu Santo para obrar todos los cambios que sean necesarios en nuestras vidas.

¿Queremos ser cambiados? Entonces como dice la Palabra, no podemos conformarnos a la vida que teníamos antes, a los estándares de este mundo. Tenemos que ser transformados por la renovación de nuestro entendimiento. Solo de esa forma podremos comprobar cuál es la voluntad de Dios, agradable y perfecta. 

Ayúdanos, Padre bueno. Nos ponemos en tus manos como se coloca el barro en las manos del alfarero. Queremos que produzcas en nosotros cambios que te glorifiquen y que permitan a los demás ver a Cristo en nosotros.