Gracia Escandalosa: Un amor sin sentido comúnMuestra

DÍA 4: EL DESIERTO Y EL CORAZÓN

Devocional

El silencio del desierto no es castigo. Es el eco donde Dios vuelve a hablar.

Después de la traición, después del ruido, Dios no abandona a Gómer: la atrae, No la arrastra, no la empuja. La lleva suavemente al único lugar donde puede escuchar: el desierto. Oseas 2:14 lo dice con ternura divina: “La llevaré al desierto y hablaré a su corazón".

El desierto no es la ausencia de Dios, sino la ausencia de distracciones, A veces, cuando todo se apaga, no es que Él se haya ido; es que está creando el silencio necesario para que puedas oírlo otra vez.

Gomer estaba en el Valle de Acor, un lugar cuyo nombre significa tragedia, desgracia. Pero Dios promete transformarlo en una Puerta de Esperanza. La palabra hebrea Tikváh que usan para referirse a esperanza en el texto también puede traducirse como “la cuerda que sostiene". Eso es la gracia: una cuerda que te sostiene cuando creías que todo se rompía.

¿Cuántas veces tus propios errores te llevaron al desierto? ¿Y cuántas veces, en medio del dolor, fue donde más claramente escuchaste a Dios?

En ese encuentro, Dios le cambia incluso el modo de llamarlo: “Ya no me dirás Baali” mi amo” sino Ishi “mi amado". Él no busca una relación basada en miedo o culpa, sino en amor y confianza, De religión a intimidad, De obligación a respuesta sincera. Lo que comenzó en vergüenza se convierte en punto de partida. Dios usa el desierto para recordarte que sigues siendo amado.

Y aunque el valle se llame “Acor”: Tragedia”, Él lo renombra “Tikváh”: Esperanza.

Oración guiada

Señor, gracias por atraerme al desierto sin condena. En medio del silencio, háblale a mi corazón. Cambia mis valles de vergüenza en puertas de esperanza. Que mi relación contigo no sea por miedo, sino por amor. Hoy te llamo Ishi, mi amado, porque me sigues eligiendo incluso en mis ruinas.

Amén.