Transformados a su imagenMuestra

La vida del cristiano está llena de desafíos. Nuestro corazón es un campo de batalla donde los impulsos de la carne luchan contra los designios del Espíritu. Pero hay muy buenas noticias: Dios desea transformarnos conforme a la imagen de Cristo. La voluntad de Dios no es, simplemente, que seamos personas moralmente superiores. Eso no sería suficiente para salvarnos. Él desea reconciliarnos consigo mismo y por eso es necesario que seamos revestidos de Cristo. Solamente en la obra de Jesús tenemos una base firme para ser justificados y reconciliados con el Padre.
La Palabra nos desafía a no tomar la forma del mundo (Romanos 12:2). Con esto, se refiere a que no nos dejemos moldear por la forma de pensar ni por los valores de quienes no tienen a Dios. Puede parecer difícil no acomodarnos a los paradigmas mundanos. Al igual que un pez que es incapaz de distinguir el agua en la que vive, a veces sentimos que somos incapaces de liberarnos de las ambiciones y valores que el mundo nos impone.
La maquinaria cultural pretende sumergirnos en esta contaminación espiritual que nos envenena. Pero tenemos un antídoto. En su misericordia, Dios nos ha otorgado su Espíritu Santo para revelarnos su Palabra. A medida que nos sumergimos en ella sentimos que las tinieblas de disipan, el aire se desintoxica, podemos respirar su Presencia y encontrar su Verdad.
Somos llamados a la transformación y se nos da un medio para alcanzarla: renovar nuestro entendimiento. Se trata de una acción, renovarse quiere decir vaciarnos de nosotros mismos y llenarnos del Espíritu Santo. Solamente una mente renovada puede experimentar la voluntad de Dios. Pero la mente que está conformada a las corrientes de este mundo es incapaz de experimentar lo agradable y perfecta que es la voluntad de Dios. Es necesario despojarse de lo anterior para tomar lo nuevo. Porque la transformación requiere un punto de partida (viejo hombre) y uno de llegada (ser revestidos de Cristo).
Con el fin de poder reflejar a Cristo en nuestras vidas, debemos saber quién es Él, cómo es Él. Debemos procurar acercarnos cada día más a Jesús, llenarnos de sus palabras, estudiar cómo toda la Biblia apunta hacia Él. Imagina que estás enamorado/a de una persona que tiene que hacer un viaje largo. Si alguien estudiase y escribiese la historia de vida de esa persona, seguramente querrías leerla, estudiarla, saber lo que más puedas de ella. Si te escribiese cartas, aunque tardasen en llegar, seguro que las esperarías con ansias, las leerías una y otra vez, te deleitarías en cada palabra.
Y esto sería natural, porque deseas conocer más del corazón de esta persona, lo que es importante para ella. Las Escrituras son esa historia, son esas cartas; nos enseñan cómo es Dios y su historia de amor nosotros. La Palabra nos enseña el carácter de Cristo y cómo el Padre fue dejando semillas en el camino, símbolos desde el principio de la historia, que apuntan hacia Jesús. De la misma forma, nuestras vidas deben apuntar hacia Cristo, pero esto solo es posible si nos sumergimos en su Palabra, si pasamos tiempo en comunión con Él, aprendiendo cómo es Él.
Solo podemos ser transformados a su imagen si vivimos en continua contemplación de quién es Cristo. Él es esa imagen divina que el Padre desea esculpir en nosotros.
Acerca de este Plan

Dios nos ha llamado a ser transformados a su imagen. Habiendo nacido en pecado, necesitamos rendir nuestras vidas a Dios y morir al YO para que Él viva en nosotros. Este plan te ayudará a entender cómo ser transformados a imagen de Jesús y qué relevancia tiene este propósito para el mundo. Podemos reflejar a Jesús en la medida en que nos acercamos a Él y le buscamos.
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Nos gustaría agradecer a Marco Daniel Mosquera Lozano por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.instagram.com/marco_mosquera_?igsh=OXJ6eHQ5a2gyMnRy&utm_source=qr
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