El Rey Que Se Hizo SiervoMuestra

Día 3
Jesucristo ha venido a salvarnos y sanarnos de nuestro verdadero problema, por lo tanto, respondamos en alabanza a Él.
Allá por los años 90 y 2000, hubo un boom entre los cristianos por usar una frase que atrajo a muchas personas. Era tan popular que muchas iglesias la imprimieron en lonas gigantes colocadas afuera de sus locales. La frase decía: “Dios es más grande que tus problemas”. Y aunque no tengo nada en contra de esta afirmación —porque, de hecho, es cierta—, el asunto es que la mayoría de las personas que se acercaban a Dios motivadas por ella, pensaban que su mayor problema era una enfermedad, una crisis matrimonial, un conflicto familiar o una situación económica difícil.
Sin embargo, el evangelista Marcos, a través de ciertos versículos, nos muestra que el verdadero problema del ser humano no es algo externo, sino un corazón separado de Dios que necesita ser perdonado para hallar la salvación.
En los versículos 1 al 4, Marcos nos deja ver algo muy importante: tus problemas son reales, pero no son tu verdadero problema . Él narra la historia de cuatro hombres que llevan a un paralítico ante Jesús. La fama de Cristo se había esparcido, no solo por su enseñanza, sino también por los milagros que realizaba. En esta escena se presentan dos obstáculos claros. El primero, evidente, es el estado del paralítico, quien —o al menos sus amigos— anhelaba ser sanado. El segundo es el impedimento para acercarse a Jesús: el lugar estaba tan lleno que debieron abrir un boquete en el techo para descender al enfermo hasta donde estaba el Maestro.
Seguramente, mientras lees esto, te identificas con la historia. Todos nosotros tenemos problemas, algunos realmente serios, que se han salido de nuestras manos y nos hacen clamar por la intervención de alguien más grande que nosotros. Marcos nos muestra que esa ayuda viene únicamente de Jesús. Sin embargo, al continuar leyendo, descubrimos que Jesús no solo ve el problema evidente, sino que señala uno más profundo: el pecado, un problema que tú, yo y toda la humanidad compartimos.
La tensión en la historia aumenta cuando aparecen los líderes religiosos. Nadie en ese lugar esperaba la respuesta de Jesús: “Tus pecados te son perdonados”. Aquellas palabras causaron escándalo, porque solo Dios puede perdonar pecados. Al decir esto, Jesús se estaba revelando como Dios mismo, lo cual para los más estrictos judíos presentes era una blasfemia. Pero Jesús estaba enseñando algo crucial para ellos… y también para nosotros: el problema más grave de aquel paralítico no era su parálisis, sino su alma.
El pastor y autor Tim Keller lo expresa así: “Entiendo tus problemas. He visto tu sufrimiento. Y ahora me encargaré de todo ello. Pero, por favor, date cuenta de que el problema principal en la vida de cualquier ser humano nunca es su sufrimiento; es su pecado.
Y la historia no termina ahí. Jesús hace una declaración aún más profunda al llamarse a sí mismo “el Hijo del Hombre”, un título con el que remite directamente a la profecía de Daniel en el Antiguo Testamento. Él tiene autoridad para perdonar pecados. Tiene todo el poder. Y para demostrarlo, no solo salva al paralítico, sino que también lo sana físicamente.
La reacción del paralítico es fascinante: se levantó, y la respuesta de todos los presentes fue de asombro, dando gloria a Dios . Esa es la respuesta natural ante la salvación de nuestras almas. Esa debería ser también tu respuesta . Porque Jesucristo no solo es más grande que tus problemas… Él vino a dar su vida para rescatarte de tu mayor problema: una eternidad sin Dios.
Reflexión final:
¿Con qué problema has llegado hoy ante Jesús? Tal vez estés esperando que solucione algo visible, urgente, legítimamente doloroso. Pero detente un momento: ¿ya has recibido el perdón de tus pecados? ¿Has reconocido que, más allá de lo externo, tu alma necesita ser reconciliada con Dios?
No ignores la oferta de gracia que Jesús te hace hoy. Él tiene poder para sanar tu cuerpo, sí… pero sobre todo, tiene autoridad para salvar tu alma. Y cuando lo hace, la única respuesta posible es rendirse en alabanza.
Oración:
Señor Jesús, reconozco que muchas veces he venido a Ti solo por mis problemas externos. Gracias por recordarme que mi mayor necesidad es el perdón de mis pecados. Hoy te entrego mi vida, reconociendo que Tú eres el Hijo de Dios, el único que puede salvarme. Perdóname, límpiame y restaura mi alma. Quiero levantarme como aquel paralítico, no solo sanado, sino salvo, para glorificar tu nombre. Amén.
Escritura
Acerca de este Plan

El Evangelio según Marcos es uno de los más dinámicos y precisos. Se parece a una película de acción que no pierde tiempo y nos conduce directamente al corazón del mensaje: Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios. Cada escena, cada palabra, cada testimonio nos muestra de forma contundente quién es Él.
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Nos gustaría agradecer a Familia de Fe por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.instagram.com/familiadefemty?igsh=MWY2emlrYTlxdjgyOQ==
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