Las últimas palabras antes de salvar la humanidad

Tal vez cuando se lee esta frase: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró”, se podría pensar que Jesús la dice derrotado, pero la realidad es que primero, era común en la cultura judía enseñar a sus hijos la oración como reverencia y confianza en Dios. Segundo, el Señor Jesús tenía claro que su Padre Celestial siempre estaba a su lado entonces sabía que Él le escuchaba. Es una declaración más de confianza y fe. Y el tercer punto que destacaré hoy es que esta declaración pública describe cómo Él sabe que ha cumplido su objetivo principal: llevar todas las transgresiones y pecados de la humanidad en aquella cruz.

Como individuos, en muchas ocasiones damos por sentado el perdón de pecados, desvalorizando el gran precio que se pagó por este sacrificio eterno. Los distintos escritores de los evangelios hacen una muy detallada descripción de los golpes y toda la tortura que recibió el Señor Jesús antes de llegar a la cruz, pero por más imaginación que usted y yo tengamos hoy, la realidad es que no estamos ni cerca de entender su dolor y angustia.

Para una sociedad como la moderna que desde distintos frentes solo busca su auto felicidad por encima del bienestar de otros, es muy complicado entender que Jesús de Nazaret fuera Jesucristo (el ungido salvador) de la humanidad aún cuando de antemano ya sabía el precio que debía pagar.

Por eso hoy te motivo a que no olvides el precio que se pagó por nuestra libertad, entendiendo que debemos disfrutarla de la forma correcta y procurando siempre tener un corazón humilde delante de Él.

ORACIÓN

¡Gracias Dios por tu sacrificio y amor en la cruz! Hoy entrego a ti mi vida y te pido me limpies de toda transgresión y pecado. Guía mi vida y hazme crecer en tu sabiduría para hacer tu propósito y ser de bendición a otros. Amén.

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