El ingrediente pasiónMuestra

Ama con pasión

“Todas vuestras cosas sean hechas con amor” (1 Corintios 16:14).

Ama y que se note. Pigmalión, rey de Chipre, personaje de la mitología griega, que Ovidio y Bernard Shaw más tarde inmortalizaron por escrito, entregó tanto afecto a la creación de su estatua Galatea, que terminó cobrando vida y casándose con ella. Una historia que pondera el efecto formidable y transformador que tiene el acto de amar. Porque amar no solo transforma al que ama, sino al objeto de ese amor. Cuando se ama, se nota, porque el amor no juega a las escondidas, es evidente, como la brisa del mar a la orilla de una costa mediterránea.

Mucho antes que cualquier imaginativa historia de amor en acción, desde el inicio mismo del mundo, Dios mostró su amor creando al hombre a su imagen y semejanza. Le amó tanto, que no le reservó nada, excepto aquello que podría dañarle. Sin embargo, el hombre en su obstinación se olvidó del mandamiento y comió del fruto que se le había vedado. El pecado entró en acción, el hombre abre ante sí el abismo de la muerte, pero Dios no se queda de brazos cruzados. Desde antes que se oyera el crujido de la mordida en la fruta prohibida, desde la eternidad, ya Dios había dispuesto que su Hijo viniera para reconciliar al hombre, objeto de su amor, con él. Dios es el gran ejemplo de amor apasionado.

Lee la historia del hijo pródigo y verás el amor de Dios en acción. El padre suspira, mirando al horizonte hasta que aparece el hijo perdido. Cuando este vuelve, no recibe una reprimenda, sino un abrazo reconciliatorio, un vestido nuevo, un anillo y una fiesta en su honor. Lee la parábola de la moneda perdida y atisba a Dios como un ama de casa insistente, buscando aquella moneda extraviada hasta que la encuentra y se alegra y lo cuenta a todo el vecindario. Lee la parábola del pastor que busca a esa oveja descarriada, y comprenderás el corazón de Dios que, burlando dificultades y peligros, no descansa hasta encontrar al que se fue. Y cuando lo encuentra, celebra ruidosamente el feliz hallazgo. Si tenemos tamaño ejemplo de amor, amemos emulándolo en todo.

El amor es sanador. El Apóstol Pedro escribió: “Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados” (1 Pedro 4:8). El amor auténtico y vigoroso todo lo puede y nunca deja de ser (1 Corintios 13:8). Amemos con autenticidad, amemos y punto: “El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno” (Romanos 12:9).