En La Cena Con JesúsMuestra

IDENTIFICACIÓN

El amor fraternal fue enseñado por Jesús a sus discípulos como un mandamiento antiguo que debía ser cumplido con la misma calidad de amor que Él mostró. Jesús les recordó que la verdadera expresión de amor hacia Él era la obediencia a sus mandamientos, y les aseguró que, a través del Espíritu Santo, serían capacitados para amar y obedecer.

Esta enseñanza llevó a los discípulos a comprender que el amor genuino entre los cristianos sería la verdadera distinción de los creyentes ante el mundo. Enseñando sobre el amor fraternal, Jesús destacó la importancia de amar a los demás como Él amó, lo que implicaba un amor desinteresado, sacrificial y comprometido.

Este tipo de amor no solo sería un mandamiento antiguo, sino que también sería la marca distintiva de los seguidores de Jesús. Jesús enfatizó que el amor genuino hacia Él se manifestaría a través de la obediencia a sus mandamientos, lo que implicaba una vida de rectitud y sumisión a su enseñanza.

Además, Jesús prometió a sus discípulos que serían capacitados para amar y obedecer a través del Espíritu Santo. Esta promesa les brindó la seguridad de que no estarían solos en su esfuerzo por vivir de acuerdo con los estándares de amor y obediencia que Jesús les enseñó.

El Espíritu Santo les proporcionaría el poder y la guía necesarios para llevar a cabo este mandato de amor fraternal. Los discípulos, al recibir estas enseñanzas, comprendieron que el amor genuino entre los cristianos sería la verdadera distinción de los creyentes. Este amor no solo sería una expresión de su devoción a Jesús, sino que también sería un testimonio poderoso ante el mundo.

El amor fraternal demostrado entre los seguidores de Jesús sería la evidencia tangible de su fe y sería lo que los distinguiría como verdaderos discípulos de Cristo.

Es necesario entender bien esto: El amor es la raíz en la que fructifica la obediencia. No amamos por mandamiento, obedecemos por amor.