En La Cena Con JesúsMuestra

TRISTEZA Y DEBILIDAD

En la tranquila atmósfera de la cena, Jesús revela una verdad que estremece los corazones de sus seguidores: uno de ellos lo traicionará. La incertidumbre y el temor se apoderan de la mesa mientras cada discípulo se pregunta si será él quien cometa ese acto vil.

Judas, quien había compartido íntimamente con Jesús, sucumbe a la tentación del egoísmo y la codicia. Aunque había sido testigo de los milagros y enseñanzas de su Maestro, Judas traiciona a aquel que lo había llamado amigo. La tensión crece cuando Pedro, lleno de fervor, promete lealtad inquebrantable a Jesús.

Sin embargo, Jesús le advierte que, antes del amanecer, lo negará tres veces. Estas escenas nos llevan a reflexionar sobre dos lecciones cruciales. Primero, nos recuerdan que no basta con aparentar ser seguidores de Cristo. La verdadera fe no se trata sólo de acciones externas, sino de tener una relación íntima y genuina con Él.

Muchos pueden realizar obras religiosas, pero si no conocen verdaderamente a Cristo, su destino será la desilusión y el rechazo en el día del juicio. Segundo, aprendemos que la fidelidad a Cristo no puede surgir de nuestras propias fuerzas. Por más fervorosos que seamos, nuestra lealtad será frágil si no dependemos de la fortaleza que proviene de Dios.

Solo cuando nos entregamos completamente a la guía del Espíritu Santo podemos mantenernos firmes en nuestra fe, incluso en los momentos más difíciles. En nuestras vidas, enfrentamos pruebas de fe y tentaciones que nos alejan del camino de Cristo. Pero recordemos que, así como Pedro negó a Jesús pero luego fue restaurado, también nosotros podemos encontrar perdón y restauración en el amor infinito de nuestro Salvador.

Que nuestra confianza no esté en nuestras propias habilidades, sino en el poder transformador de Dios que nos sostiene y nos capacita para vivir una vida de verdadera fidelidad y devoción a Él.