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La Última Semana De Jesús en JerusalénMuestra

La Última Semana De Jesús en Jerusalén

DÍA 6 DE 7

Repentina valentía

Tan humanos como los discípulos de Jesús, somos tú y yo. Nadie sabe de antemano cómo va a reaccionar bajo presión o bajo alguna situación inesperada. Si bien es cierto que los discípulos más cercanos, en las horas más oscuras del ministerio terrenal de Jesús, lo abandonaron y huyeron; otros reaccionaron y actuaron con repentina valentía.

Entre estos, José de Arimatea, un hombre de clase social alta e ilustre miembro del Sanedrín, y el único que no había estado de acuerdo con la condena al Maestro, quien no tuvo temor en dar la cara y pedirle a Pilatos el cuerpo de Jesús, para ponerlo en un sepulcro nuevo y limpio. También Nicodemo, el que una noche había ido a hablar con el Señor, actuó valientemente y fue a donde estaba José, con treinta kilos de perfume, con el fin de empapar las vendas costosas que éste había comprado, para luego, entre los dos, envolver el cuerpo y dejarlo en el sepulcro.

No cabe duda de que esta repentina valentía de parte de estos dos discípulos podría haberles causado algún tipo de dificultades porque, con esta acción, fácilmente podrían identificarlos o relacionarlos con un “criminal” recién ejecutado y objeto de la más reciente y feroz persecución popular. Lo cierto, es que esta fue una tarea peligrosa, pero aparte de esto, uno de ellos quedaría marcado para siempre por haber cedido la tumba de su propiedad donde reposaría el cuerpo de Jesús. Ni qué hablar del alto riesgo social y religioso que estaban corriendo, sumándole a esto el hecho de que tuvieron que preparar y envolver el cuerpo de Jesús destrozado y ensangrentado por los azotes.

La pregunta que me surge es la siguiente: ¿Qué pudo haber movido a estos dos ilustres miembros de la alta sociedad en Jerusalén a correr semejantes riesgos por el cuerpo de Jesús?

¿Reconocimiento? ¿Aprobación? ¿Deseos de autoridad? ¿Dinero? ¡No! Un sincero, genuino y profundo amor por Jesús.

Jesús estaba en la tumba, los discípulos estaban dispersos y atemorizados, a lo mejor albergando represalias en su contra por ser amigos del “criminal” recién ejecutado, por lo tanto, era imposible que éstos, en otrora distantes seguidores, pudieran en ese momento desear reconocimiento o aprobación. El único motivo que movía su accionar y correr los riesgos que estuvieron dispuestos a correr, era el furioso amor de Dios que ardía desde tiempo atrás en lo profundo de sus corazónes y que anhelaba el momento de aflorar.

Frente a semejante demostración de amor y valentía por Jesús en el ejemplo de José y Nicodemo, sólo nos queda por respondernos a cada uno en la intimidad de nuestro corazón y relación con el Cristo resucitado:

¿Amor por Cristo o el deseo de tener éxito a todo costo en todos nuestros proyectos?

¿Amor por Cristo o el deseo de hacer lo que sea con tal de recibir aprobación de los demás?

¿Amor por Cristo o el deseo de recibir siempre algo a cambio, como recompensa de nuestro servicio para Él?

¡Medita en esto!

Día 5Día 7

Acerca de este Plan

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