Rut: Una historia sobre el amor redentor de DiosMuestra

En Rut 1, Dios nos muestra su fidelidad:

·Dios es fiel cuando nosotros no lo somos.

·Dios es fiel cuando estamos desesperados.

·Dios es fiel cuando olvidamos sus promesas.

Elimelec, su esposa Noemí y sus dos hijos vivieron durante una época en la que Belén atravesaba hambre. Con frecuencia, las hambrunas resultaron de la gran desobediencia de Israel a Dios. En aquellos tiempos, Dios permitió que su pueblo sufriera hambrunas para animarlos a arrepentirse de sus pecados. En lugar de volver a Dios, Elimelec le dio la espalda al Señor y llevó a su familia a Moab. Intentaron escapar del castigo de Dios en lugar de arrepentirse. Es como si Elimelec dijera: “Si Dios no provee para mí y mi familia, entonces tendré que tomar el asunto en mis propias manos y hacerlo yo mismo”. Pero Dios odiaba a Moab y su adoración al dios falso Quemos. Él había dicho explícitamente a su pueblo que no tuviera nada que ver con Moab. Elimelec eligió la supervivencia en lugar de la obediencia. Cuidar de su familia no era justificación para quebrantar los mandamientos de Dios. Pero Dios no paga nuestra infidelidad con la misma moneda (Romanos 3:3-4). Veremos que Dios seguirá siendo fiel, aunque ellos no lo fueron.

Mientras estaban en Moab, Elimelec y sus hijos murieron, dejando a Noemí con sus dos nueras, Orfa y Rut. ¿Te imaginas lo que estaba pasando Noemí? De pie, frente a la tumba de un tercer ser querido, Noemí tocó fondo. Ella estaba desesperada. Y la pérdida de su marido y sus hijos fue más allá de la familia. Eran tres viudas indigentes en una tierra hostil y sin medios para sustentarse.

La adversidad frecuentemente nos lleva a dudar de Dios. Noemí estaba ciega al plan mayor de Dios, pero no dudaba de la existencia de Dios. Dudaba de su amor y tierno cuidado. Sin embargo, cuando las cosas parecen más oscuras para el pueblo de Dios, a menudo se acerca el día de la misericordia de Dios. Dios está con nosotros en nuestras aflicciones. Debemos recordar que Dios permanecerá fiel incluso cuando nos sintamos desesperados.

Cuando la gente del pueblo, llena de alegría, saludó a Noemí, ella les dijo que la llamaran Mara. Noemí sintió que había sido el blanco de la ira de Dios porque “Él la había tratado amargamente”. Como tal, había cambiado el nombre que Dios le había dado (Noemí, que significa “agradable”) por un nombre basado en sus circunstancias y sentimientos (Mara, que significa “amarga”). Noemí no lograba ver que Dios tenía cosas “agradables” reservadas para ella. Cambió su percepción de la verdad y, junto con ella, redefinió su concepto de Dios. Noemí ya no veía a Dios como alguien fiel y amoroso hacia ella. Ni siquiera podía “percibir” la presencia de Rut justo a su lado. Rut, que había declarado amor y devoción eternos a Noemí, podría haber pensado: “¡Estoy aquí a tu lado!” Noemí había olvidado las promesas de Dios (Deuteronomio 31:8). Noemí olvidó que Dios le había prometido que estaría con ella y que nunca la dejaría ni la abandonaría. Aun así, Dios es fiel, incluso cuando olvidamos sus promesas.

A lo largo de las Escrituras, se nos recuerda el inmutable amor de Dios. A través de las diferentes situaciones en la vida de Noemí, el amor de Dios por ella no cambió. Cuando Elimelec y Noemí le dieron la espalda a Dios, Él permaneció fiel. Dios se mantuvo fiel cuando Noemí se sintió desesperada después de perder a su esposo y a sus dos hijos. Cuando ella olvidó las promesas de Dios, Dios se acordó de las suyas. No importa las circunstancias en las que nos encontremos, también podemos contar con que Dios nos será fiel. Él no abandonará a sus hijos.

¿Alguna vez te has sentido amargado o desesperado como Noemí? ¿Te has perdido las bendiciones que te rodean porque estabas concentrado en tu dolor? Todos tendemos a olvidar las promesas que Dios nos ha hecho y a vivir como huérfanos en lugar de herederos de su reino. ¿Qué es lo que puedes hacer para recordarte a ti mismo la fidelidad de Dios?