¡Alegría a tu mundo! Una cuenta atrás para NavidadMuestra

Elisabet era demasiado mayor para tener un bebé de acuerdo a criterios humanos. Su cuerpo hacía mucho que ya no ofrecía la posibilidad de reproducirse. Incluso cuando Elisabet era joven y en su plenitud, ella no podía concebir un hijo. Ahora, siendo una mujer que había vivido casi 9 décadas, no había ninguna posibilidad humana de que esto sucediera. ¡No había ni una pizca de esperanza! Pero Dios rompe todas las limitaciones de los criterios humanos. Sus caminos son más altos que nuestros caminos, y es capaz de superar cualquier limitación que encontramos con nuestras fuerzas. «Ahora ha llegado el momento para que Elisabet dé a luz...» Sin duda este «momento» no era el elegido por Elisabet. Dios tiene un momento elegido para contestar una oración, para que cumplir su misión y para que los milagros sucedan. Ni por un instante creas que Dios se ha olvidado de ti o que no ha oído tus oraciones. Cuando el tiempo señalado de Dios se cumpla, darás a luz todo lo que Dios ha planeado para ti. «Y cuando oyeron los vecinos y la familia que Dios había engrandecido para con ella su misericordia, se regocijaron con ella.» Muchas veces, creo que el Señor dice «espera» como una respuesta a nuestras oraciones desesperadas para que su gloria sea revelada en lugar de que tengamos la certeza de que funcionó nuestra humanidad. La mayoría de las mujeres son capaces de concebir y tener hijos en su adolescencia y en su juventud, ¡pero se necesita la intervención de Dios para que una mujer experimente el milagro del nacimiento en su octava década de vida! ¿Te imaginas la alegría de sus familiares y vecinos? ¿Puedes imaginarte la escena de cómo las mujeres bailaban en círculos en las calles del pueblo? ¿Puedes imaginar cómo sus amigos levantaron sus manos en alabanza a Yahvé? Juan acurrucado en los brazos de su madre mientras los ojos de casi 100 años de Zacarías miraban a los ojos de su hijo recién nacido, Dios fue glorificado. Las oraciones habían sido contestadas. Su historia acababa de comenzar. La historia de Elisabet y Zacarías es la de el llamado a vivir una vida justa, y es la promesa de obtener lo que la oración perseverante logra. Dios es plenamente capaz de llevar a cabo todo lo que te preocupa. Su parte es hacer milagros... la tuya es orar sin cesar y vivir una vida que agrade a su corazón.