Vuelve a EmpezarMuestra

UN NUEVO COMIENZO ES POSIBLE

En el libro de Jeremías, en el capítulo 18, el profeta tiene una experiencia con Dios profundamente aleccionadora. Por indicación divina, Jeremías visita la casa de un alfarero que trabaja diligentemente sobre una rueda para moldear el húmedo barro hasta conseguir diseñar una vasija. El recipiente no sale bien y el alfarero decide deshacer el trabajo hecho, y lo reanuda todo desde el principio. Dios le pregunta a Jeremías retóricamente si acaso él, que es Dios, no puede hacer lo mismo con su pueblo. La respuesta evidente es que sí. Dios puede hacerlo y lo haría, y aún lo hace. Él es un Dios de nuevos comienzos.

Abraham fue llamado por Dios a empezar de nuevo en una tierra que él desconocía. Jacob volvió a empezar luego de su reencuentro con Dios en Peniel. José empezó de nuevo en la casa de Potifar, en la cárcel y finalmente en el palacio de Faraón. Moisés volvió a empezar, después de cuarenta años en el desierto. Elías volvió a empezar después que Dios se le manifestara en el monte Horeb, cuando creía que su ministerio había llegado a su fin. Todas estas historias tienen un hilo conductor, están asociadas a encuentros con Dios transformadores. Todo nuevo comienzo posible tiene como génesis un encuentro vivificador con el Señor. Sin él, nada podemos hacer (Juan 15:5).

Dios nos da la fuerza de la que carecemos, la ilusión que perdimos y nos devuelve los sueños que nos robaron. Así es el Señor, un Dios de resurrecciones, que da vida a lo que está muerto. Es un acto alocado pensar que podemos recomenzar sin él. Hay que abandonarse a las diestras manos del Alfarero, permitirle que nos moldee sin resistencia por nuestra parte. Comprender que él sabe, desde la eternidad, cuál es la forma que nos encaja, y en la que podremos lucir mejor la imagen de su Hijo.

No hay imposibles cuando Dios está por medio. Destierra la incredulidad, la apatía, la ridícula idea de que no habrá futuro. Recomienza aquello que dejaste varado en el foso de las desilusiones. No hay mejor momento que ahora, ni mejor ayudador que nuestro Dios. Él creará en ti una vasija nueva, capaz de ser útil, y cuya belleza no puede ser emulada desde los esfuerzos humanos. Un nuevo comienzo es posible. ¡Amén!