Grupos pequeños, gran crecimientoMuestra

Jesús oró esto por ti

Si solo pudieras orar una vez más, ¿qué le dirías a Dios? Esta se sentiría como la oración más importante de tu vida, ¿verdad? Jesús tuvo tal oración, y Él escogió orar por nosotros.

Se comió la Última Cena y llevó a Sus discípulos al lugar de Su eventual arresto. Él estaba a horas de su ejecución y lo sabía. En medio de la tensión de ese momento, con la horrible separación de Su Padre en Su mente, nosotros estábamos en Su corazón. Comenzó a orar para que nosotros fuéramos uno, uno con el otro, uno con Él mismo y uno con Dios, justo como Él era uno con Dios. Espera, ¿qué? Sí.

El hijo de Dios, Jesús, quien estaba a punto de dar Su vida porque Su Padre se lo pidió, pasó una de Sus últimas solicitudes pidiédole a Su Padre que nos extendiera la misma relación que ellos compartían íntimamente. Jesús pidió que nosotros tuviéramos esa relación entre nosotros y con Dios el Padre, el Espíritu Santo y Él mismo. ¿Por qué? Para darle al mundo impío evidencia de que Jesús vino a salvarlo porque Dios ama al mundo justo como Él nos ama, justo como Él ama a Jesús.

Los grupos pequeños de seguidores de Cristo son donde esta unidad puede crecer más fácilmente. Cuando oramos juntos, nos convertimos en una voz hacia Dios. Cuando servimos juntos, somos una mano extendida. Cuando adoramos juntos, somos una voz cantando las alabanzas de Dios. Estamos creciendo en unidad el uno con el otro, pero también con Dios. Cuando esto sucede, el mundo impío se vuelve un poco más divino.

Reflexiona: Piensa en la forma extraordinaria en que Jesús te ama. Como líder de un grupo pequeño, tienes la tarea de guiar a la gente a experimentar este amor juntos. Eres el agente de la oración de Jesús. ¿Cómo puede tu grupo acercarse el uno al otro? ¿A Jesús? ¿Al Espíritu Santo? ¿A Dios? ¿Cómo puedes guiar a tu grupo para que se convierta en una prueba del amor de Dios ante un mundo impío?