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Firmes Y ConstantesMuestra

Firmes Y Constantes

DÍA 4 DE 7

Llegamos al ecuador de este devocional, y tras varios días de hablar acerca de nuestra responsabilidad para poder crecer y desarrollarnos espiritualmente, quiero aclarar un punto importante para este proceso.


Sí, nosotros somos quienes debemos escoger entre crecer o no hacerlo, avanzar o retroceder, paralizarnos o movilizarnos. En tus manos, en las mías, está el abrirle la puerta a Jesús, el conectarnos a Él, a su alimento, a su Palabra. Pero no sólo se trata de nosotros, sobre todo se trata de Él.


¿A qué me refiero? Hay un mensaje que requiere grabarse a fuego en nuestra mente: el crecimiento lo da Dios. Recuérdalo siempre, el crecimiento es un don, un regalo, un resultado que viene de parte de Él. Con esto no quiero quitarle importancia a nuestra determinación, voluntad, y la gran parte activa que nos pertenece hacer a nosotros. Pero sí rebajar la presión en cuanto a los procesos y sobre todo, a los resultados. Yo puedo moverme en dirección a todo lo que me hará crecer, pero quien me proporciona y posibilita que crezca y me desarrolle es Dios. Y esto debemos recordarlo por una sencilla razón: no perder de vista lo esencial. A Él.


Hay un ejemplo claramente ilustrativo para esa reflexión, y está en los niños, en los bebés. ¿Qué hace un bebé cuando tiene frío, calor, hambre, sueño, gases? ¿o cuando simplemente necesita un abrazo, contacto físico, sentir el calor y el olor de su madre? Llora. Sea la necesidad que sea la que esté sintiendo y queriendo resolver, su forma de comunicarse con el mundo, con sus cuidadores, con los adultos que le proporcionen lo que necesite, es llorar. ¿Y conforme va creciendo? Cuando empieza a verbalizar algunos conceptos, habla, pide, patalea si es necesario. Utiliza, en cada etapa, los recursos que tiene a su alcance, los que ha visto que funcionan, que dan resultados. Pero realmente, ¿quien está satisfaciendo sus necesidades? ¿quién le proporciona en realidad todo lo que necesita a cada momento? ¿quién vigila su estado, quién responde a su llanto? La mamá, el papá, los abuelos...etc. Las personas que cuidan de él o de ella. Él sólo tiene que comunicarse, que moverse, que buscar... y el que busca, encuentra.


Lo mismo ocurre con nosotros. Tenemos al mejor cuidador y guardador de nuestras vidas, tenemos al precioso y atento Espíritu Santo. Tenemos al Padre de todos los padres, al más amoroso, cercano y perfecto. Tenemos a quién acudir en busca de ayuda, de alimento, de luz, de guía, de atención. Tenemos a Jesús.


Así que sí, debemos llorar, clamar, pedir o buscar. Tenemos parte activa en nuestro crecimiento, pero también tenemos la seguridad y la paz de saber, que somos escuchados, atendidos, que somos amados y alimentados. Él nos da lo necesario para crecer y madurar. ¿A qué esperamos?

Día 3Día 5

Acerca de este Plan

Firmes Y Constantes

Firmes y Constantes es un devocional de la Iglesia Rey de Reyes. A lo largo de estos 7 días, podrás descubrir las claves para un crecimiento espiritual efectivo. La evidencia de una vida espiritualmente sana, es el creci...

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Nos gustaría agradecer a la Iglesia Rey de Reyes por brindar este plan. Para mayor información por favor visite: http://reydereyesad.org

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