Sin miedo en la batalla Muestra

No hay duda al respecto: las situaciones a las que nos enfrentamos en la vida sacudirán nuestros barcos. Para los discípulos, fue la tormenta lo que los puso nerviosos. Para nosotros, podría ser una situación laboral, un problema económico, un problema de salud o un problema de relación, entre otras complicaciones.

Hay, literalmente, cientos de razones perfectamente lógicas para ceder al miedo.

La Biblia, sin embargo, deja muy claro que Dios no tiene la intención de que sucumbamos al miedo. De hecho, es posible que hayas escuchado que la frase "no temas" aparece más de 365 veces en las Escrituras.

Mientras que sin duda, enfrentaremos situaciones de miedo en la vida, nuestra respuesta al miedo es fundamental. No podemos evitar las circunstancias que tambalean nuestro bote, pero podemos escoger por combatirlas de la manera correcta.

Entonces, ¿cuál es el antídoto del miedo?

La respuesta se encuentra en las palabras de Jesús en Mateo 8:26: "¿Por qué teméis, hombres de poca fe?"

El verso no dice, "Oh tú de poco coraje " o "poca educación ", sino, "tú de poca fe ". (énfasis mío)

Claramente, podemos sucumbir al miedo o operar a través de la fe.

La fé inspiró al joven pastor David a derrotar a un famoso héroe de guerra que le doblaba en tamaño, mientras que el resto del ejército israelita temblaba de miedo.

La fé hizo que Joshua y compañía conquistaran una ciudad fortificada marchando alrededor de ella durante siete días.

La Fé animó a Peter a salir del barco y caminar sobre las aguas de un mar tormentoso (hasta que el miedo se apoderó de él).

Fue una batalla que enfrentamos cuando nos enteramos de que la hinchazón aparentemente inocua en la frente de mi hija era realmente un crecimiento canceroso. Ese diagnóstico puso nuestro mundo patas arriba. Pero la fé siguió moviéndonos hacia adelante, un día a la vez.

La Fé mira el miedo a los ojos. La fé dicta el miedo. La fé no deja lugar, ni siquiera un punto de apoyo, para el miedo.

¿Te aferras al miedo? Sabes que puedes salir del barco con fé cuando mantienes tus ojos fijos en Jesús. Ora por esa fé del tamaño de una semilla de mostaza que crecerá con cada paso de obediencia.