Plenitud: Una vida de LlamadoMuestra

En la vida hay cosas que no son, ni accidentes, ni certezas. La unidad es una de esas bendiciones en la vida que requiere arduo trabajo y disciplina. No sucede sólo porque sí en un hogar, un matrimonio, una oficina o en la iglesia. Alguien debe tener la unidad como alta prioridad para que alcance su estado. 

La unidad y la paz siempre llevarán a tu familia, tu matrimonio, tu oficina y tu iglesia en dirección ascendente. La unidad y la paz siempre garantizarán que tu vida transite continuamente por los altos caminos de la fe. La unidad y la paz crean una estructura invisible que te permite vivir, incluso con personas difíciles, de tal manera que honra a Cristo.

En momentos en que has guardado diligentemente la paz e incluso luchado por ella pero parece imposible, la meta más importante para ti es que tengas paz en tu corazón. Es de vital importancia que camines en perdón y bendición incluso cuando la otra persona sigue siendo polémica o antagonista. Puedes alejarte sabiendo que has hecho lo posible por buscar paz y seguir siendo amable con la otra persona involucrada en la desafiante relación.

Si realmente anhelas vivir una vida plena que esté llena de gozo y esperanza, debes luchar diligentemente por la paz, pero también debes darte cuenta de que necesitas paz en tu corazón.

Por la paz vale la pena luchar, vale la pena perdonar y vale la pena bendecir a la otra persona a pesar de las diferencias. ¡Qué manera tan maravillosa de abordar relaciones difíciles! Cuando la meta es la paz y cuando el camino está pavimentado con perdón y bendición, la plenitud será inigualable. La paz solo se experimenta de forma verdadera en las relaciones humanas cuando la intimidad con Cristo se valora y cuando nos rendimos a Su definitivo y amoroso control.

La verdad inalterable es que es imposible controlar todo lo que te pasa y que es inútil intentar controlar a las personas en tu vida. Lo único que puedes controlar absolutamente es tu respuesta ante situaciones dolorosas y personas problemáticas. Tu poder se encuentra en tu respuesta; tu paz se descubre cuando respondes como lo haría Jesús.