Desvíos Fatales

¿Alguna vez has querido tirar la toalla? Cuando la vida se pone difícil, entra la tentación de tirar la toalla. Empezamos a imaginar cómo salir de la situación dolorosa, cómo resolver nuestro problema o cómo lograr lo que deseamos sin el dolor, lo difícil o la espera. Buscamos desvíos o caminos cortos para alcanzar lo que queremos. El problema es que muchas veces cuando tomamos el desvío o tiramos la toalla, salimos del plan que Dios tiene para nosotros y desobedecemos a Dios para conseguir lo que deseamos.

Abraham tomó un gran desvío

Esto fue exactamente lo que pasó en la historia que hoy veremos. Dios había hecho una promesa a Abraham, pero parecía ser una promesa imposible. Le había prometido mucha descendencia, pero no tenía siquiera un hijo y él y su esposa eran mayores de edad. Al principio había creído en Dios, pero con el tiempo empezó a dejar de confiar en Él. Terminó por tomar el asunto en sus propias manos y buscó un camino corto para alcanzar lo que él deseaba y Dios había prometido. Tomó un desvío: Durmió con la criada de su esposa y de ella nació su hijo. Salió del camino que Dios le tenía marcado, y desobedeció a Aquel que le había hecho la promesa. Como siempre pasa cuando nos desviamos y desobedecemos a Dios, entró mucho dolor en su vida y la de toda su familia. 

En su historia, aprendemos una lección valorable: Cuando Dios nos tiene en un camino, el desvío fácil siempre termina mal.

Jesús rechazó el desvío

Dios envió a Jesús para que hiciera algo sumamente difícil: Redimir a toda la humanidad a costo de gran dolor y sufrimiento. No obstante, siempre había una alternativa, pudo haberse desviado de este camino y evitado la cruz. Pero Cristo no tomó el camino más fácil. Fue a la cruz. Sufrió por nosotros. Por hacerlo, trajo salvación y redención al mundo entero. 

En lo que Él hizo, vemos el ejemplo que seguir cuando nos tienta la salida fácil. Él nos da fuerza para seguir el camino que Dios ha trazado para nosotros, aún cuando nos lleva al sufrimiento y dolor.