Vive tu llamado: ¿Para qué estoy aquí?Muestra

Necesitas una fuente de energía externa

¿Ya te diste cuenta de que muchas veces tú eres tu peor enemigo? Son tus propias reacciones, tus propios miedos y tus propias ineptitudes las que te hacen actuar de manera inadecuada. Esto es cierto para mí.

Necesito que me salven de mí mismo porque hay cosas que no me gustan de mí, cosas que desearía haber hecho de otra manera, cosas que me gustaría cambiar. Pero no puedo cambiarlos, al menos no con mi propia fuerza. Necesito una fuente de energía externa.

Puedes estar pensando: "Puedo cambiar". No me gusta decírtelo, pero no puedes. Cada año nuevo puedes hacer una lista de resoluciones y, para fines de enero, esa lista estará en el basurero. ¿Por qué? Porque no puedes cambiar por tu cuenta; necesitas el poder de Dios. Necesitas un Salvador, alguien que pueda hacer los cambios que tú no puedes hacer.

La verdad es que si eres honesto al respecto, algunas veces sientes que tu vida está fuera de control. Ese es un sentimiento bastante común. ¡Bienvenido a la raza humana!

El apóstol Pablo se sentía así hace más de 2000 años. Lo dice en la Biblia: “¡Soy un pobre miserable! ¿Quien me librará de este cuerpo sujeto a muerte? ¡Gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor!” (Romanos 7:24-25 NVI). ¡Esa es la respuesta!

Posiblemente estés buscando lo único que te daría satisfacción, significado y paz en la vida. Pero si no estás buscando la salvación en Jesús, entonces estás buscando en todos los lugares equivocados, y es por eso que te sientes frustrado.

Algunos de nosotros pensamos que si pudiéramos casarnos, obtener cierto trabajo o un ascenso, alcanzar cierto nivel de riqueza o tener un bebé, ¡o si nuestros bebés crecieran y se graduaran!, las cosas serían geniales. Mucha gente busca la salvación en un libro de autoayuda, una terapia, una moda, una dieta o unas vacaciones.

Si es eso lo que estás haciendo, estás buscando en los lugares equivocados.

La respuesta no está en tus circunstancias. No está en un lugar, en un programa o en una píldora. La respuesta es una persona: Jesucristo. Fuiste hecho por Dios y para Dios, y hasta que entiendas eso, la vida nunca tendrá sentido.

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