Un lugar en la mesaMuestra

La Biblia 

Tantas clases de idiomas hay, seguramente, en el mundo, y ninguno de ellos carece de significado. —1 Corintios 14:10

¿Alguna vez has intentado comunicarte con alguien que no usaba el mismo idioma que tú? 

Puede ser una experiencia cómica al principio—cada persona haciendo gestos con las manos hacia los artículos, como intentando jugar un juego de charadas. Pero a la larga no te sientes comprendido, lo más que tu frustración comúnmente crecerá. Ni tú ni la persona con la que estás intentando comunicarte tienen culpa—ustedes simplemente no se expresan por sí mismos usando el mismo lenguaje. 

Sentarte en la mesa de Su reino es rozar tus codos con alguien de Papúa Nueva Guinea quien habla Mekeo, un hablante en lenguaje de señas para sordos de Rumania, o una mujer que habla su dialecto peruano de Napo Quechúa. La tierra está llena con lenguajes, y ellos todos le importan a Dios (1 Cor. 14:10). 

Las personas forman relaciones con Dios y Su Palabra cuando la tienen en un lenguaje o forma que entienden. 1 Corintios 14:9b lo dice de esta manera: “Si hablan a la gente con palabras que no entienden, ¿cómo podrían saber lo que ustedes dicen? Sería igual que hablarle al viento” (NTV). 

Nuestro llamado, como seguidores de Cristo, es compartir el Evangelio con otros. Eso luce como reunirse con gente donde ellos están e introducirlos al Dios que habla sus lenguajes.

Comida para el pensamiento:

• ¿Qué idioma te gustaría poder hablar?
• ¿Quiénes son algunas personas que han ayudado a darle forma y crecer tu fe?
• ¿Cómo es tu vida diferente debido a que tienes acceso a la Biblia en tu propio lenguaje?

Dios le pidió a Misriani que hiciera algo que ella nunca había pensado que haría—salir fuera de su zona de comodidad y ¡traer el Evangelio a gente en su propio lenguaje!