Devocional diario de Rick WarrenMuestra

La barrera del orgullo

La vida es una lucha, pero lo que la mayoría de la gente no se da cuenta es que nuestra lucha, como la de Jacob en Génesis 32:22-32, es realmente con Dios. Queremos ser Dios y no hay manera de que ganemos esa lucha pero lo intentamos de todos modos.

A.W. Tozer dijo: "La razón por la que muchos siguen atribulados, es por que siguen buscando, siguen avanzando poco y es porque todavía no han llegado al final de sí mismos. Todavía estamos tratando de dar órdenes e interfiriendo con la obra de Dios dentro de nosotros".

No somos Dios, y nunca lo seremos. Somos humanos y las veces que intentamos ser como Dios son las que más acabamos como Satanás que también intentó ser igual a Dios.

Aceptamos nuestra humanidad intelectualmente pero no emocionalmente. Asentimos mentalmente a la idea de ser Dios pero cuando nos enfrentamos a nuestras propias limitaciones, reaccionamos con irritación, ira y resentimiento. Queremos ser más altos (o más bajos), más inteligentes, más fuertes, más talentosos, más bellos y más ricos.

Queremos tenerlo todo y hacerlo todo y nos molestamos cuando no es así. Entonces, cuando notamos que Dios les dio a otros características que nosotros no tenemos, respondemos con envidia, celos y autocompasión.

C. S. Lewis observó: "Cuanto más nos dejemos llevar por Dios, más auténticos seremos, porque Él nos hizo. Él inventó todas las personas diferentes que tú y yo estábamos destinados a ser. Es cuando me vuelvo a Cristo, cuando me entrego a Su personalidad, cuando empiezo a tener una verdadera personalidad propia".