Información del plan
Entrando en el reposo prometido de Dios - Jesús es más grande, Serie N.° 2Muestra
El desafío del sufrimiento
Reflexiones sobre la Palabra
La capacidad de interceder por los demás ante Dios no es algo que elijamos hacer: es una tarea asignada por Dios.
Es una tarea que le asignó a Aarón, a Jesús... y también a nosotros. Trátala con cuidado. Ayudar a otros a recibir la gracia y la misericordia de Dios es un privilegio enorme. Es una promesa que Dios nos usará para llegar al mundo que nos rodea. Nos tratará como sus embajadores ante este mundo.
Jesús aprendió obediencia a través del sufrimiento. ¿Qué nos enseña el sufrimiento? ¿Enseñarme a mí? ¿Realmente permito que las dificultades que enfrento me enseñen respuestas piadosas? ¿Para bendecir a quienes no lo merecen? ¿Perdonar fácilmente? ¿Para dar gracias en cada situación? ¿Para orar por ellos? Todos estos son mandatos que requieren obediencia.
Sí, estar en estas situaciones nos da la oportunidad de aprender obediencia en los momentos más difíciles. Jesús permitió que resaltara la perfección en su vida. Lo he visto sacar amargura en la vida de algunos. Enfrentar un sufrimiento injusto trae un corazón que confía plenamente en Dios o nos convierte en una persona amargada y quebrantada.
Permitamos que Dios moldee nuestro carácter a través del sufrimiento que enfrentamos. De lo contrario, el ruido de la amargura ciega nuestros corazones y oídos para escuchar lo que nos está diciendo.
Oremos
Padre, todos queremos el honor que conlleva recibir tareas especiales. Esas tareas, a menudo, tienen costos de obediencia muy altos. Vemos el honor, pero no vemos el costo. Queremos el honor, pero no el costo.
Padre, fortaléceme para manejar lo que venga con los desafíos y tareas que me asignas. Dame tu fuerza, alegría, capacidad de perdonar rápidamente, disposición a soportar los fracasos de los demás. No son naturales, pero tampoco es la tarea que se nos ha encomendado. Así que, hoy oro por un corazón obediente.
También oro por un corazón que no permita que el ruido de la amargura ahogue a tu Espíritu. Extrañaré tu sabiduría, corazón y compasión por el mundo que me rodea si permito que ese ruido sea más fuerte que tu Espíritu. No quiero que eso suceda. Deja que el sufrimiento y las dificultades que enfrento me hagan completamente maduro y no me hagan quitarte los ojos de encima. En el nombre de Jesús, Amén.
Escritura
Acerca de este Plan
¿Qué es el descanso? ¿Qué significa entrar en el descanso con Dios? ¿De qué estamos descansando exactamente? A medida que viajamos a través de la segunda parte de los nueve planes devocionales que nos guían a través del ...
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