El aire que respiroMuestra

¿Por qué la adoración??

Actualmente todos a tu alrededor, personas de todas las formas y tamaños, personas de todas las edades y propósitos están adorando, están tomando decisiones continuamente sobre dónde pondrán su atención y afecto basados en lo que más valoran.

Algunas formas de adoración se encuentran fuera de las paredes de la iglesia y no tienen relación con el Dios de toda la creación. Todo lo que debes hacer es llegar de sorpresa a un concierto en el estadio local o ir a un evento deportivo en el estadio cercano para que veas adoración asombrosa. La gente va por eso, levanta sus manos, grita como loca, se maravilla, declaran su lealtad. De manera interesante, estos lugares se llenan de la misma forma de adoración mencionada en las páginas de la Palabra de Dios (las mismas expresiones de adoración que Dios desea y merece).

La pegunta imperiosa para mí es "¿Por qué?" ¿Por qué anhelamos adorar algo? ¿Por qué estamos tan insaciablemente atraídos de ídolo en ídolo, tan desesperados con la necesidad de algo para defender, algo para exaltar, algo para adorar?

¿Cómo sabremos, con seguridad, que algunas cosas son más importantes que otras, más dignas de adoración? ¿Cómo, al menos, sabremos que ese valor, belleza y mérito existe?

Creo que es porque fuimos diseñados de esa manera, fuimos hechos para Dios.

La Biblia lo dice de esta forma: Todas las cosas fueron hechas por Él; y todas las cosas fueron hechas para Él.

Has sido creado por Dios y, si esto no fuese suficiente, también has sido creado para Él. Como consecuencia, hay un dispositivo interno teledirigido sujeto a tu alma que anhela eternamente a su Hacedor, un imán interno en dirección a Dios que siempre te atrae hacia Él.

Sellados a imagen y semejanza de Dios, sabemos que hay algo a lo que nos unimos, en lo que encajamos, alguien a quien pertenecemos, un lugar llamado hogar. Por esta razón, venimos del vientre equipados para conectividad con Dios, precableados para alabar y, por lo mismo, desde que somos muy pequeños, comenzamos a adorar.

Llegamos a este mundo como objetos de afecto divino, receptores milagrosos diseñados para agradarlo. ¡Si, al menos, todos pudiéramos saber que hemos sido creados por y para Dios! Si, al menos, todos pudiéramos comprender que somos preciosos para Él y que albergamos almas, como espejos, diseñadas para reflejar su gloria.

Describe un momento de tu vida en que notaste el "imán" de Dios atrayéndote hacia Él.