El Reino Desciende: Un Estudio en Danielنموونە

Posiblemente el capítulo profético más asombroso de toda la Biblia ¿Disfrutaste aprendiendo sobre los animales en el último capítulo? No te preocupes, hay más en el capítulo 8. Esta vez, hay una cabra y un carnero que aparecen en la visión de Daniel. Él tiene esta visión mientras está en Babilonia, pero ve a Susa, que se convertiría en la capital de Persia a unos pocos kilómetros de distancia. En Susa, ve un carnero. Según la visión, Babilonia, la nación más poderosa en la historia del mundo, de repente vería un imperio con dos cuernos, o dos reyes y reinos que se unirían. Históricamente, este es el Imperio Medo-Persa. La razón por la que uno de los cuernos es más largo que el otro es porque el Imperio Persa se hizo más grande y más fuerte, de modo que luego absorbió al Imperio Medo. A Dios le interesan estos imperios porque su ascenso y caída afectarían a Su pueblo, los israelitas, y finalmente les permitiría volver a Israel y que Jesús naciera allí. Daniel recibe esta revelación de Dios, pero no la comprende del todo, porque necesita ser interpretada. Incluso Daniel, quién había interpretado muchos sueños para los reyes terrenales, no entiende esta visión. No te sientas mal si a veces no entiendes lo que lees en la Biblia. Dios le habló a Daniel, y Daniel dijo: “No lo entiendo”. Dios le envió un maestro de la Biblia, llamado Gabriel, uno de los dos ángeles que tienen nombre en la Biblia. Para nosotros, Dios envía el Espíritu Santo para ayudarnos a interpretar Su Palabra, lo cual es una ventaja increíble de ser un creyente en Jesucristo. A continuación, en la visión, aparece algo que parece un hombre. Este es probablemente Jesús apareciendo como un hombre en una forma que llamamos pre-encarnada, o antes de que naciera en la historia humana. Por último, hay una cabra, pero esta no es la típica cabra y representa al rey de Grecia. Cuando se estableció Grecia, el pueblo se reunió con un vidente sobrenatural, y se les dijo esta visión: encuentren una cabra, sigan a la cabra, y donde se acueste la cabra, establezcan una ciudad allí. Siguieron a la cabra, y finalmente la cabra se echó y llamaron a esa ciudad Agia, la ciudad de las cabras. Esto sucede 200 años después de la profecía de este capítulo. Alejandro Magno llevó a Grecia a convertirse en un gran imperio, y según el historiador Josefo, Alejandro tuvo un sueño o una visión en la que se le apareció un hombre que no conocía vestido de púrpura, que era el color de la realeza. Este hombre le dijo: “Ha llegado el momento de reunir tu ejército y marchar contra Persia. Es hora de cumplir el anhelo de tu padre y caminar a tu destino”. No sabía quién era ni de dónde procedía, pero supuso que se trataba de una revelación divina. Eventualmente, conquistó la nación de Israel. Al comienzo de Daniel, esto es lo mismo que hicieron los babilonios. Destruyeron la adoración de Dios y esclavizaron al pueblo de Dios. Temiendo que la historia se repitiera, el sumo sacerdote decidió dar la bienvenida a Alejandro Magno y honrarlo con respeto. Les dijo a los adoradores que se pusieran ropa blanca, el color de la adoración, que usamos para nuestras celebraciones y días festivos, para mostrar que finalmente Dios perdona nuestro pecado y nos hace limpios y puros ante Sus ojos. Todo esto es una prefiguración de la venida de Jesús, el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. El sumo sacerdote fue a vestirse y eligió vestirse de púrpura. El sumo sacerdote, vestido de púrpura, sale con los fieles vestidos de blanco. Llega el poderoso rey Alejandro, el conquistador. Al verlos, se detiene y se queda atónito, y dice: “Eres el hombre que vi en mi sueño. Era tu rostro y tu voz, y vestías de púrpura”. Alejandro Magno luego se unió al sumo sacerdote para ofrecer un sacrificio en adoración al Dios de la Biblia, el Señor Jesucristo. No sabemos si se convirtió o simplemente honró a Dios. Pero ahora tenía un sentido del destino divino. Como resultado de todo esto, Alejandro no prohibió el judaísmo, por lo que el pueblo de Dios siguió floreciendo. Todo esto conduce al Imperio Romano. El Imperio Romano fue el imperio más grande y poderoso en la historia del mundo. Ahí llegó Jesús. Tenía un sistema vial y un idioma común, por lo que Jesucristo vino en la plenitud del tiempo, en cumplimiento de las profecías, para que pudiera llegar al templo y la noticia de Su resurrección pudiera ser difundida en un solo idioma, por el sistema vial que construyeron los romanos para expandir su imperio. Dios está presente en los detalles. Dios incluso hará que una nación pavimente una carretera, si la gente que caminará sobre ella irá a contarles a otros acerca de Su Hijo. Por último, viene el cuerno pequeño. Esta es la misma imagen demoníaca, satánica y malvada de Daniel 7. La moraleja de la historia es que Satanás comienza con cosas pequeñas. Solo un pequeño pecado, solo un poco de transigencia, solo una pequeña mentira piadosa, solo un pequeño secreto. Comienza con algo pequeño y termina en grande, y todo se trata de una guerra. Cuando escuchas el lenguaje de las estrellas en la Biblia, a menudo se refiere al reino invisible, a los ángeles y otros seres divinos. Aquí, el anticristo no solo está dañando al pueblo de Dios, también está luchando contra las huestes celestiales, o las estrellas. Eventualmente, el pueblo judío comenzó una festividad llamada Jánuca, el festival de las luces, para indicar que las luces se habían vuelto a encender y que Jesús, la Luz del mundo, era bienvenido allí. ¿Cómo está tu mente? ¿Impactada? ¿Qué te llama la atención en este capítulo y cómo valida esto tu confianza en la Biblia?