Puestos los ojos en Jesúsናሙና

Cada uno de nosotros tiene apetitos en la carne: cuando tenemos necesidad de comer, cuando necesita nuestro cuerpo descansar y dormir, cuando estamos sedientos, entre otros.

Eso nos da a entender que estamos vivos, El problema comienza cuando estos apetitos gobiernan nuestra vida, porque lo que anhela el corazón del hombre, eso busca. Cuando vemos la vida de cada uno de los hombres de Dios en la Biblia, no encontramos hombres perfectos, Moisés, Elías, David, hombres sujetos a pasiones que con toda y su relación con Dios cometieron errores. Pero siempre hubo una constante, una característica importante y fundamental en su escogencia, su corazón. El Rey David anhelaba a Dios, por eso lo buscaba sin cansarse, en el Salmo 51 David reconoce la maldad que había en él, el pecado que había cometido y le dice al Señor pon Tu corazón limpio en mí, buscando una vez más que esa presencia santa no se aparte de su lado, que Su Santo Espíritu permanezca junto a él.

Así que la perfección no es requerimiento para poner nuestros ojos en Cristo, pero sí necesitamos un corazón que aun cuando fallemos, aun cuando el mundo hable y las mejores oportunidades se presenten frente a nuestros ojos decidamos escuchar la voz de Jesús para entonces ser perfeccionados.